Seguro que lo has vivido más de una vez. Estás en tu fiesta de cumpleaños, rodeado de amigos o familiares, y justo después de soplar las velas, alguien se acerca con una sonrisa traviesa y te empieza a dar tirones de oreja. Uno por cada año que cumples, a veces con un último tirón extra “por si acaso”. Es una tradición tan habitual que muchos ni se preguntan de dónde viene. Pero… ¿Tiene algún sentido? ¿O es simplemente una costumbre sin explicación? La respuesta, como casi siempre, está en la historia, y también en la forma en la que las culturas han transformado gestos simples en rituales cargados de simbolismo. Y sí, hay quien se ha encargado de investigar y contarlo con detalle: el divulgador Alfred López, autor del blog “Ya está el listo que todo lo sabe”, y varios libros sobre el origen de costumbres y curiosidades, tiene una teoría que ha despertado el interés de muchos. Según explica Alfred López en una de sus publicaciones más leídas, el gesto de tirar de las orejas podría tener un origen simbólico vinculado al crecimiento y la madurez. “Hay quienes creen que el tirón de orejas tenía un propósito casi educativo: recordarle al niño o joven que debía prestar atención y actuar con más sensatez a partir de ese nuevo año de vida”, señala López. En este sentido, la oreja se asocia no solo con la escucha, sino también con el aprendizaje. Al tirar de ella, se estaría diciendo —de forma juguetona, claro—: “¡Abre bien los oídos, que has cumplido un año más y toca ser más responsable!”. López también sugiere que, al igual que ocurre con otras tradiciones populares, como la de romper un plato en los cumpleaños en Grecia o la de empujar la cara del cumpleañero contra la tarta en México, el tirón de orejas es una forma de marcar el paso del tiempo de una manera física, visible y muchas veces divertida. Además de la versión de López, los antropólogos coinciden en que el origen del gesto podría remontarse a la Antigua Roma, donde se creía que las orejas eran canales espirituales por donde entraban bendiciones o sabiduría. En los cumpleaños, era habitual tocar o frotar las orejas del festejado como un gesto de buena suerte. Con el tiempo, ese toque se transformó en un pequeño estirón, y después en la serie de tirones que conocemos hoy. En España y varios países de América Latina, la tradición se mantiene viva. En muchos hogares, los tirones van acompañados de frases como “¡y que cumplas muchos más!” o “¡por si se te ha olvidado alguno!”. En algunas regiones, se da un último tirón especialmente fuerte, casi como sello final de la celebración. Aunque para algunos puede parecer una pequeña tortura (sobre todo si los años empiezan a pesar), para la mayoría sigue siendo un gesto cariñoso. “Es como un guiño afectivo entre familia o amigos. Sabes que te quieren cuando alguien se toma la molestia de tirarte de la oreja 40 veces”, dice entre risas Paula Montes, una madrileña que recientemente celebró su cumpleaños con tirones incluidos. Sin embargo, también hay voces que sugieren dejar atrás esta tradición, sobre todo en contextos escolares o con personas que no se sienten cómodas con el contacto físico. “Ya no se ve igual que antes. En muchas escuelas se ha eliminado esta práctica para respetar el espacio personal del menor”, explica Laura Ríos, madre de dos niños en primaria. Lo cierto es que el tirón de orejas no está en peligro de extinción, pero sí vive una evolución. Se ha convertido más en un gesto simbólico, que muchas veces ni siquiera se realiza físicamente, sino que se menciona como parte de la celebración. Como dice Alfred López en su estilo característico: “Tirar de las orejas en los cumpleaños es una de esas costumbres que todos hemos sufrido con una sonrisa. Nadie sabe exactamente por qué empezó, pero lo seguimos haciendo porque, al final, nos recuerda que crecer también puede ser divertido”. Así que, la próxima vez que cumplas años y alguien se acerque con la mano estirada hacia tu oreja, ya sabes: no es solo una broma, es una tradición con siglos de historia, con un poco de sabiduría, algo de picardía… y mucho cariño.