Pide una tortilla de patatas en un bar de A Coruña y lo que hace el camarero durante la comida lo deja sin palabras: "¿No te importa...?"

Cada vez decidimos más nuestros planes de tiempo libre con base en lo que vemos en Internet. Fotos de playas increíbles, festivales que no nos podemos perder, pero, sobre todo, bares y restaurantes que merece la pena probar en un lugar de visita o en nuestra propia ciudad. Antes de ir a un sitio buscamos las reseñas en Tripadvisor, o conocemos que ha abierto un nuevo local gracias a videos de redes sociales. Es difícil que no entremos a consultar Instagram y no nos salte alguien comiendo como forma de creación de contenido. Podría ser la profesión soñada de muchos. Los influencers gastronómicos están cada vez más en boga. Y Pablo Cabezali es una de estas personas que parece que se pasa todo el día comiendo. Recorre España probando menús, platos y restaurantes. Con el nombre Cenando con Pablo, los vídeos de este creador acumulan millones de reproducciones. Hace poco recaló en A Coruña para probar la que está reconocida como mejor tortilla de todo el Estado, un reconocimiento obtenido en el Campeonato Nacional de Tortillas. Es la del restaurante O Cabo y, tras probarla, el creador gastronómico dio su opinión. En el vídeo, Pablo acude a O Cabo acompañado de Champimuros, conocido tiktoker gallego, que lo acompaña en esta cena gallega. La versión larga se puede ver en Youtube e incluye el menú completo, que además de la famosa tortilla, incluye almejas al ajillo, revuelto de navajas y setas, croquetas y crocas de ternera con queso del país. De postre, dos tartas de queso: una fría y otra al horno. Sin duda, la estrella de esta cena es la tortilla de patatas, el penúltimo de los platos servidos. La tortilla de O Cabo es de estilo Betanzos, es decir, muy jugosa, y así lo comprueban en el primer momento, con bromas sobre si la gente comentará que es “sopa de gallina” o una pajita para intentar sorber –sin éxito– el huevo. Después de servir los primeros platos, irrumpe el camarero con una propuesta que sorprende a los dos comensales: el camarero les propone cambiar la media tortilla por otra que tenga la “patata más fina” porque, al haber tanta rotación y servirse tantas, no todas quedan iguales. “Algunas salen más secas”, aclara el hostelero. “A lo mejor van a hacer otra tortilla especial para las cámaras”, se preguntan Pablo y Champimuros. Sea como fuere, después de un rato, el camarero vuelve con otra media tortilla, algo diferente, y siguen comiendo. “Está buena. Buena patata, buen huevito... la textura me mola. No está tan líquido como la gente cree”. La tortilla de O Cabo tiene algunos aspectos destacados para Pablo Cabezali como “un toque de la patata crujiente”. Sin embargo, hay algo que no le encaja. “La mejor tortilla de patata de España no puede ser sin cebolla, no lo concibo. Me encanta la tortilla de Betanzos, está muy buena pero sin cebolla no lo concibo”, sentencia el devoto del team cebolla. Por ello, pese a ser “una buena tortilla con huevos camperos y patatas con nivel” le da un 7 sobre 10 de nota inicialmente (7,5 en la segunda tortilla que les ofrecen). El plato de tortilla cuesta 21 euros de un ticket total de 114, que incluía tres cañas, dos aguas y tres raciones de pan. Corresponde a cada espectador considerar si el local ha quedado mejor o peor con esta enorme difusión en toda España. Pero, ¿qué suponen estos influencers de comida para la hostelería? ¿Son buena o mala publicidad para un local que quiere darse a conocer? A esta cuestión contesta Héctor Cañete, el presidente de la asociación de hostelería de A Coruña. Cuenta a COPE Coruña que cada vez se les plantan por la puerta más personas autodenominadas como 'influencers'. “Hay muchos influencers de muchos tipos, cada vez aparecen más”, comenta. Cada uno “inventa un poco lo que quiere”. Cuenta que “ahora está de moda con la tortilla” pero también pueden presentarse “el mejor probador de churrasco” o gente que “simplemente prueban restaurantes y dan su valoración”. Algo totalmente lícito y que “en un momento dado puede beneficiar a aquellos locales de los que hablen bien”, pero con un riesgo: hay gente que se aprovecha de su notoriedad en las redes para comer gratis. “Hay algún tipo de pseudoinfluencer, le vamos a llamar, que tiene una cierta notoriedad” y que “si no le invitan a comer, te adelanta que va a hacer una mala referencia del local”. Y al final esto da a una especie de extorsión gastronómica en la que algunos hosteleros se ven forzados a ceder. “Hemos encontrado compañeros que directamente les han cobrado y los han echado” y otros “que pagan el peaje y prefieren que les pongan una referencia positiva a que les ponga un mal comentario, cuando además no es verdad”. Ya en su momento, el hostelero coruñés  Pablo Gallego había declarado la guerra a las reseñas online, después de detectar y contestar airadamente en 2015 a una mala crítica en Internet. Diez años después, las redes han multiplicado de forma exponencial su influencia, y los locales saben que un mal comentario colgado en Internet puede echar por tierra años de trabajo.