¿Adónde señala la espada de la estatua del Cid Campeador que está en el centro de Burgos?

El 23 de julio de 1955, la ciudad de Burgos vivió una jornada de solemnidad y exaltación histórica. Con la presencia del jefe del Estado, Francisco Franco, se celebró la inauguración oficial del monumento ecuestre al Cid Campeador, símbolo que desde entonces se impuso como emblema monumental de la ciudad. Aunque la estatua ya se encontraba instalada desde noviembre de 1954, el acto oficial no tuvo lugar hasta las Fiestas de Exaltación Cidiana organizadas por el Ayuntamiento de Burgos, que convirtieron la ceremonia en un evento cargado de estética patriótica. Muchos quizás no saben que la colocación de la estatua del Cid no es casual. El monumento, obra del escultor Juan Cristóbal González Quesada, muestra al Cid a lomos de su caballo Babieca, con la capa al viento y  su espada Tizona en alto, señalando hacia Valencia, la ciudad que conquistó en 1094 y en la que murió el 10 de julio de 1099. La figura, de más de cuatro metros de altura, descansaba sobre un pedestal de cinco metros en piedra caliza y granito, erigido junto al puente de San Pablo y el río Arlanzón. A pesar de su importancia, ni el escultor Juan Cristóbal, ni el arquitecto del proyecto, Fernando Chueca Goitia, fueron invitados formalmente al acto. Ambos, según se supo después, permanecieron en un hostal de las afueras de la ciudad durante la ceremonia, en lo que se interpretó como un gesto de desprecio por parte de la organización. La inauguración se acompañó de un despliegue sin precedentes. El Batallón de Carros n.º 12, escuadrones de caballería, paracaidistas, tropas de la Legión y la Milicia Aérea Universitaria participaron en desfiles terrestres y aéreos que recorrieron la ciudad, mientras el público abarrotaba las calles. El momento más simbólico del acto se produjo cuando el alcalde de Burgos, Florentino Díaz Reig, entregó a Franco las “Siete Llaves de la Ciudad”, un gesto de lealtad cargado de sentido histórico y político. Durante el acto se soltaron docenas de palomas como símbolo de paz. Francisco Franco pronunció un discurso en el que exaltó al Cid como símbolo de la unidad nacional, la virtud militar y la fortaleza moral. Declaró que su régimen había “despertado en las nuevas generaciones la conciencia de lo que fuimos, lo que somos y lo que podemos ser”. Las cámaras del NO-DO registraron cada detalle del acto, que se convirtió en la pieza de apertura del noticiario del 1 de agosto de 1955. El conjunto monumental se completó con el llamado Ciclo Cidiano, una serie de ocho esculturas realizadas por Joaquín Lucarini entre 1953 y 1955. Las figuras, ubicadas en el puente de San Pablo, representaban a personajes del entorno del Cid: Doña Jimena, Diego Rodríguez, Alvar Fañez, entre otros. El evento sirvió para consagrar la figura del Cid como símbolo de la identidad nacional. La inauguración del monumento al Cid Campeador no fue simplemente un homenaje escultórico, sino un acto cuidadosamente orquestado para reforzar la narrativa histórica al servicio del régimen de entonces. Desde su pedestal, el Cid ha visto pasar reyes, turistas y generaciones. Ha presenciado celebraciones, cambios, y también silencio. Pero su espada sigue marcando el camino del destierro… Hoy, su ruta se ha convertido en un viaje turístico y cultural. Desde Burgos hasta Valencia, atravesando ocho provincias. El legado del Cid cabalga aún entre la historia y la leyenda.