El palentino que combate el cáncer construyendo en papel réplicas de las grandes catedrales de España: "Lo importante es concienciar"

Fernando Vaquero no es un artista al uso. A sus 75 años y luchando contra el cáncer, ha encontrado en su afición por las maquetas de papel una forma de crear belleza y aportar esperanza. Desde su casa en Palencia, transforma horas de paciencia en monumentos a escala de algunas de las grandes catedrales españolas. Cada pieza recortada, doblada y ensamblada se convierte en una victoria personal, y en un símbolo de resistencia. Lo que comenzó como una distracción durante la pandemia, se ha convertido en una labor meticulosa y conmovedora. Vaquero ha recreado, entre otras, las catedrales de Palencia, Burgos, León o la majestuosa Basílica del Pilar, su maqueta más compleja. Pero lo más extraordinario es que todo el dinero que se recaude por ellas será donado a la lucha contra el cáncer: "Si no se vende ninguna, no pasa nada, igual haré una aportación. Pero si sirven para concienciar, ya habrán cumplido su objetivo". Diagnosticado con cáncer, Fernando decidió que todo lo que recaude con sus obras irá destinado a la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). "Y si no se vende ninguna, no pasa nada. Igual haremos una aportación. Pero lo importante es concienciar", explicó en su entrevista con COPE. Fernando no construye cualquier cosa. Sus maquetas reproducen con minucioso detalle catedrales como las de Palencia, Burgos, León, Zamora y Mallorca. Cada una de ellas lleva cientos de piezas que deben ser recortadas, dobladas y ensambladas con absoluta precisión: "A medio milímetro que te desvíes, ya no encaja", afirma. Su obra más compleja es la Basílica del Pilar de Zaragoza: 641 piezas, escala 1:250, y unas dimensiones que superan el medio metro. Le llevó más de seis meses completarla. "Esta maqueta ocupa mucho espacio. Para que se mantenga bien, hay que reforzarla por dentro, como los edificios reales", cuenta con la pasión de quien sabe que en cada pieza hay algo más que cartón y pegamento: hay esfuerzo, paciencia y vida. Vaquero asegura que nunca ha contado las horas que invierte en cada maqueta, pero sí la satisfacción que siente al verlas terminadas. "Cuando llegas al final, es una alegría enorme. Te olvidas del esfuerzo. Aunque a veces hay errores, y rectificar en papel no es fácil", explica. Lejos de venderlas sin más, Fernando lo tiene claro: "No se van a malvender. Si alguien quiere una, me pregunta y lo que se obtenga será íntegramente para la Asociación Española Contra el Cáncer". Su dedicación no busca lucro ni reconocimiento, sino visibilidad para una causa que le toca de lleno: "Tenemos cosas que atender en esta vida. Si con esto alguien se conciencia, ya merece la pena".