El pueblo de Francia que España intentó conquistar dos veces por su posición estratégica y que Cataluña reclamó: nunca lo consiguieron

A lo largo de los siglos, la frontera entre España y Francia ha sido mucho más que una simple línea en un mapa. Son muchos los pueblos que, por su situación geográfica, han vivido entre dos identidades, siendo testigos de guerras, tratados, y reclamaciones territoriales. Estas localidades no solo son joyas arquitectónicas o enclaves naturales privilegiados, sino también piezas clave en el complejo puzle de la historia europea. Entre estos lugares destaca uno que ha captado la atención por su belleza, su valor estratégico y su historia compartida entre ambos países. Situado a escasos 40 kilómetros de Cataluña, Villefranche-de-Conflent, en el sur de Francia, es el protagonista de una historia poco conocida pero fascinante: España intentó conquistarlo en dos ocasiones por su importancia militar, y Cataluña también lo reclamó en su momento. Sin embargo, nunca lo consiguió. Este pintoresco pueblo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se encuentra en la región de Occitania, dentro del departamento de los Pirineos Orientales. Fundado en 1090 por el conde Guillermo Ramón de Cerdanya, Villefranche-de-Conflent nació con una misión muy clara: ser una fortaleza que defendiera la zona de invasiones. Con el paso del tiempo, su importancia creció. Durante siglos, el control de esta pequeña localidad se convirtió en un objetivo estratégico tanto para Francia como para España. Su ubicación, en un paso natural de los Pirineos, la convertía en una pieza codiciada del tablero geopolítico. En el siglo XVII, tras la firma del Tratado de los Pirineos en 1659, Villefranche-de-Conflent pasó oficialmente a formar parte de Francia. Pero eso no puso fin al conflicto. La corona española, que nunca terminó de asumir la pérdida de este enclave, intentó reconquistarlo en 1793 durante las guerras revolucionarias francesas. Aunque las tropas españolas lograron tomar la ciudad temporalmente, el general Dagobert la recuperó poco después para Francia, consolidando su pertenencia al país vecino. Así, España fracasó dos veces en su intento por hacerse con este estratégico bastión. La conexión de este pueblo con Cataluña es más profunda de lo que parece. No solo por su cercanía geográfica —está a menos de dos horas en coche de Girona—, sino también por su historia común. Villefranche perteneció a la antigua Corona de Aragón y mantuvo lazos culturales y lingüísticos con el territorio catalán. Durante siglos, el sentimiento de pertenencia a Cataluña estuvo muy presente en la región del Rosellón, a la que pertenece Villefranche-de-Conflent. Sin embargo, ni los intentos diplomáticos ni los conflictos bélicos consiguieron que volviera a integrarse en el mapa español. Uno de los mayores atractivos de este pueblo es el Fort Liberia, una impresionante fortificación situada en lo alto del monte Belloc, que se construyó para reforzar la defensa del valle. Fue diseñado por el famoso ingeniero militar Vauban, responsable de muchas de las fortalezas que hoy forman parte del patrimonio francés. El acceso se puede hacer por un sendero o por una escalera subterránea de casi 800 escalones. Desde la cima, las vistas del valle del Têt y los Pirineos son simplemente espectaculares. Esta construcción resume a la perfección el carácter defensivo de Villefranche-de-Conflent y su papel clave en los conflictos hispano-franceses. Además, forma parte de la ruta del Tren Amarillo, una línea ferroviaria que recorre los Pirineos y permite disfrutar de algunos de los paisajes más bellos del sur de Francia. Su colorido característico (amarillo y rojo) hace alusión a la bandera catalana, un guiño más a la conexión entre ambas tierras. Villefranche-de-Conflent es hoy un ejemplo vivo de cómo la historia, a pesar de las tensiones y disputas, puede dar lugar a una rica herencia cultural compartida. Aunque España intentó conquistar este pueblo dos veces y Cataluña llegó a reclamarlo, jamás logró recuperarlo. Hoy, en lugar de ser motivo de conflicto, es un lugar de encuentro entre culturas, un tesoro medieval que merece ser descubierto. Para quienes buscan una escapada con historia, encanto y naturaleza, este pequeño pueblo del sur de Francia es una opción perfecta. Y para quienes aman los relatos curiosos del pasado, Villefranche-de-Conflent es la prueba de que hay rincones que, sin hacer ruido, fueron clave en el devenir de dos grandes naciones.