A todos nos gusta el verano, pero cada paseo, cada cena en una terraza o cada excursión, es en realidad una pequeña batalla contra todos los insectos que nos rodean. La ciencia lo confirma: cuanto más dióxido de carbono exhalamos, más atractivo resulta nuestro cuerpo para los mosquitos, y por tanto, nuestro sudor, nuestro calor corporal e incluso nuestro olor, juegan a su favor. Paloma desmiente el popular mito de la “sangre dulce”, afirmando que “no es real”. Explica que la atracción de los mosquitos se produce por una mezcla de factores: “Sabemos que se acercan, efectivamente, cuanto más dióxido de carbono exhala tu cuerpo”. Es decir, que cuando expiramos aire, estamos liberando dióxido de carbono, lo que provoca que estos insectos sientan una mayor atracción por nuestro cuerpo. Además, agrega que “se mezcla el sudor con las bacterias que tenemos en él”, afirmando que los mosquitos no llegan a oler que la sangre sea más o menos dulce. Los mosquitos pueden producir distintas reacciones “porque incluso dentro de la misma persona no siempre hacen las mismas reacciones”, asegura Paloma. Asimismo, el hinchazón de la zona afectada depende de dos elementos clave: de la zona donde nos pique y del tipo de piel de cada persona. La dermatóloga ejemplifica que “en un párpado se hincha un montón, porque la piel está finita, que estira, estira, estira, estira y se hincha un montón”. Además, la intensidad de la reacción influye en la fricción y el dermografismo, ya que "la fricción hace que se libere histamina, que nos piquen más y que hagamos más reacción", aclara Borregón. En cuanto a las zonas más afectadas, detalla que “nos pican donde llegan, o sea, las zonas expuestas, que son los brazos y las piernas", enfatizando que "en los tobillos es porque se quedan cerca de los calcetines”. En el caso de que nos pique un mosquito, la primera medida que tenemos que llevar a cabo es aplicar frío para bajar la temperatura de la zona porque es un antiinflamatorio natural. Según ella, “lo mejor es meter la mano debajo del agua fresquita”. Para prevenir las picaduras, “los repelentes ayudan, porque más vale prevenir que curar”, recomienda la experta. Señala que si lo aplicamos sobre la cama o las telas, los mosquitos no se acercarán tanto a nosotros. Sabemos que estos repelentes no son del todo efectivos, por lo que “en caso de sobreinfección, que se manifiesta con la picadura roja, caliente e hinchada, es crucial acudir al médico”, asegura. Advierte que tener una buena higiene y evitar rascarse son cosas fundamentales para impedir que la picadura se nos infecte. Paloma concluye que “las heridas se infectan cuando nos las rascamos o nos las tocamos con las manos sucias”.