Si me permiten la metáfora, podríamos entender que una persona migrante es un ciudadano o ciudadana que por las circunstancias vitales y sociales es trasplantado a un organismo “extraño” (otro país), y cuya integración se va a ver condicionada por una serie de factores relacionados con tres elementos: el nivel de compatibilidad entre las circunstancias en el origen y en el destino, la cantidad de anticuerpos de rechazo en el país-organismo receptor, y las características individuales que puedan bloquear y compensar los dos elementos anteriores, especialmente los anticuerpos. Cuanto mayor es la compatibilidad, es decir, la similitud cultural entre el país donante y el receptor, más fácil resulta la integración. No obstante, esta integración va a depender en gran medida del nivel de anticuerpos racistas que existan en el organismo que recibe el trasplante migrante, y del grado de especificidad de los mismos, pues hay anticuerpos generales ante cualquier trasplante, y luego otros específicos que actúan con mayor intensidad y van dirigidos contra antígenos concretos como el grupo étnico, la religión, las prácticas culturales, la ideología… Todo ello, que actúa como marco global, se ve condicionado en la práctica por factores individuales que tienen la capacidad de bloquear esos anticuerpos de rechazo; entre ellos encontramos hechos como que se trate de una persona rica, que sea famosa en actividades como el deporte o la música, que tenga empresas emprendedoras… En esos casos se produce un bloqueo de los anticuerpos y, con independencia del grado de compatibilidad entre origen y destino, el organismo receptor los integra sin vacilaciones. El problema más serio en todo este proceso son los anticuerpos que la ultraderecha de manera activa, y una parte importante de la sociedad de forma pasiva, están inoculando al organismo de la convivencia para alterar la fisiología de la democracia, que siempre debe de venir caracterizada por la homeostasis de la armonía y la igualdad en unas circunstancias de pluralidad y diversidad, como son las características de cualquier organismo superior y desarrollado. Sin embargo, son estos elementos los que no son aceptados por quienes se encuentran en una posición evolutiva más simple desde el punto de vista social, al pensar que su condición, valores, creencias e ideas son superiores a las del resto. Todos esos anticuerpos de rechazo configuran el racismo de nuestra sociedad , y muchos medios y redes sociales lo que hacen es inyectarlos a gente sana para infectarla de xenofobia y así rechazar cualquier trasplante ciudadano. Podría parecer una metáfora muy forzada, pero si comprobamos las dinámicas y el papel de las personas migrantes en el organismo receptor (España), vemos que actúan como nuevos órganos capaces de recuperar la insuficiencia de las partes de nuestra economía encargadas de realizar las funciones más precarias, más duras, más exigentes, más infravaloradas… y lo hacen tanto para resolver las cuestiones económicas y de servicios inmediatas, como para garantizar recursos sociales y económicos que mantienen nuestro estado de bienestar. De hecho, según el Banco Central Europeo, el incremento de la economía española de 2019 a 2024 fue de 7,5 puntos porcentuales, y estima que la contribución de los trabajadores y trabajadoras extranjeras a ese crecimiento fue del 80% . El Fondo Monetario Internacional también estimó que por cada punto porcentual de aumento en inmigración el PIB per cápita crecía un 2%. Hoy por hoy una economía como la española, en la que el 26,7% de las personas que trabajan en la hostelería son extranjeras, el 20,7% en la construcción, el 24,4% en agricultura y el 45,4% en servicios domésticos (INE), si prescindiera de su labor, no solo entraría en insuficiencia, sino que supondría un colapso. Pero el racismo es selectivo , solo ve lo que le interesa para mantener su posicionamiento racista. Por eso habla de extranjeros como responsables de la delincuencia y criminalidad para aumentar los anticuerpos contra ellos. En España la media de homicidios en los tres últimos años (2022-2024) fue de 335, de los cuales, según los datos del Ministerio del Interior, alrededor de un 30% fueron cometidos por extranjeros, lo cual significa que100 homicidios fueron llevados a cabo por extranjeros y 235 por españoles. Teniendo en cuenta la media de población española y extranjera para esos años según el INE, la tasa de homicidas españoles sería de 5,6 por millón de habitantes españoles, y la de homicidas extranjeros sería 16,3 por millón de habitantes extranjeros. Con estos datos llegan a la conclusión reduccionista de que la violencia se debe a la población extranjera como si se tratara de una cuestión biológica y racial , y no tuvieran nada que ver otros factores como la edad, los estresantes y factores sociales, los ámbitos de relación, los vínculos con contextos de violencia, la educación… Lo que les interesa es lanzar el mensaje de que son asesinos porque son extranjeros, y no que asesinan bajo determinadas circunstancias que si actuaran sobre la población española también darían lugar a una criminalidad similar. Al final esos elementos son esenciales para aumentar y mantener los niveles de anticuerpos contra los extranjeros , y a que se produzca el rechazo del trasplante que, entre otras cosas, ayuda al bienestar de nuestra economía y sociedad. La manipulación es tan evidente que, por ejemplo, y puesto que hablamos de trasplantes, no tienen en cuenta que en los años 2022-2024 el porcentaje de donantes de órganos extranjeros supuso el 11,3%, y que la tasa poblacional correspondiente a esos tres años fue de 44,2 por millón de personas extranjeras. Unas donaciones que salvaron muchas vidas de españoles y españolas , puesto que la media anual de receptores de órganos extranjeros es de 16, mientras que las personas españolas receptoras de trasplantes son 5931. Los mismos racistas que destacan que la tasa de homicidas extranjeros es del 16,3 por millón, lo cual supone el homicidio de unas 117 personas, ignoran y no consideran que la tasa de donantes extranjeros es de 44,2 por millón, que implica dar vida a miles de personas. La generosidad, altruismo e integración de la población extranjera no solo se comprueba en el día a día con su trabajo y convivencia, sino que además se continúa en un hecho tan trascendente como la donación de sus órganos para que otras personas españolas puedan seguir viviendo , y recuperar gracias a ese gesto calidad de vida y vida. ___________________________________ Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.