La ermita del Garbí ya tiene dueño: la cruz, la ermita y la batalla por un símbolo de Estivella

Esta semana ha comenzado con un conflicto inesperado en Estivella que ha encendido los ánimos en la comarca del Camp de Morvedre. El paraje natural del Puntal del Garbí, un enclave privilegiado para el turismo de naturaleza, senderismo y disfrute familiar, ha pasado del silencio de la montaña a ocupar titulares, declaraciones cruzadas y hasta advertencias legales. El motivo: la reciente compra de la parcela donde se encuentra la conocida ermita del Garbí por parte de un empresario y emprendedor local desde hace tiempo, José Ramón Mateu, quien asegura tener en su poder las escrituras que lo acreditan como propietario legal. La noticia ha pillado por sorpresa a buena parte del vecindario y a las autoridades locales, que históricamente habían considerado la zona como de uso público. Pero la irrupción de José Ramón, edil de Vox en el ayuntamiento de Estivella, y su proyecto para rehabilitar la ermita con una cruz visible desde toda la Comunidad Valenciana ha hecho saltar las alarmas. ¿Es posible privatizar el acceso a un lugar tan emblemático? ¿De quién es realmente el terreno? ¿Qué quiere hacer Mateu allí? El propio protagonista respondía a estas preguntas en Mediodía COPE Más Valencia, en la que defendía su postura con vehemencia. “En estos momentos tengo conmigo el periódico Levante que va a sacar el artículo, enseñando las escrituras de mi propiedad. Esa parcela donde está la ermita es mía”, afirmaba, insistiendo en que el proceso de compra fue legal, ante notario, y con todos los impuestos pagados. Según explica, abonó 50.000 euros por el terreno y 4.000 en tributos, y la documentación ya figura en el registro de la propiedad. La disputa, sin embargo, no es nueva. Según Mateu, “en el año 93, el entonces alcalde, con apoyo del presidente Lerma, tiró lo que había en la ermita: la cruz, la casa anexa… lo destrozaron todo y luego lo reconstruyeron a su manera, de forma ilegal”. Esa actuación, que califica como una “usurpación” de la propiedad, ha sido uno de los argumentos que lo han llevado a adquirir el terreno. “Yo ofrecí que lo comprara el Ayuntamiento, los propietarios estaban dispuestos, pero no quisieron pagar, querían que se lo regalaran”, añade. El nuevo propietario tiene planes claros para la parcela: “Quiero recuperar la cruz original que había allí, hacerla visible desde toda la Comunitat Valenciana. Será una cruz de cuatro metros iluminada con 40 luces naturales. Lo hago como símbolo de nuestras raíces, porque Valencia es católica y hay que defender nuestra historia”, explicaba con determinación. Ante las críticas que han surgido por acotar el acceso a la zona y por supuestamente querer instalar allí un “chiringuito”, Mateu lo niega tajantemente. “No tengo intención de hacer ningún negocio. Llevo 60 años con mis propios negocios, esto lo hago por solidaridad, para el pueblo y para la iglesia católica”. En su relato, asegura que lo único que busca es devolverle al enclave su simbolismo y mantenerlo accesible a todos. “La ermita estará abierta todos los días, incluso los domingos. Tendremos un señor allí, Pedro, el ‘Guarda de la Cruz’, para garantizar el cuidado del lugar”, señalaba. Sin embargo, el Ayuntamiento, en declaraciones previas, mantiene que la ermita es de titularidad pública y que el entorno figura como bien municipal. A este respecto, Mateu insiste en que hay una diferencia entre lo que señala el catastro y lo que refleja el registro de la propiedad. “Hay una confusión. El Ayuntamiento puede creer que es suyo, pero en el registro consta como privado y yo tengo las escrituras que lo demuestran”. Sobre las intenciones del consistorio, el edil se muestra muy crítico. “Esto es una maniobra política. Los que están en contra son los concejales de Compromís y del PSOE. Son cuatro mujeres que quieren tener la llave y decidir quién entra y quién no. Yo no lo permitiré. La llave es mía y la puerta estará abierta para toda la ciudadanía”, declaraba sin titubeos. La tensión ha ido en aumento desde que Mateu acotó la parcela y comenzó a hacer movimientos para rehabilitar la zona. Algunos vecinos y colectivos acusan al concejal de querer apropiarse de un espacio de todos, mientras él responde que son ellos quienes quieren hacer uso político del lugar. “Si tienen algo que denunciar, que lo hagan ante el juez. Yo me defenderé legalmente. Pero ya les dije en el pleno que no me voy a echar atrás. Estoy dispuesto a gastar lo que haga falta para recuperar ese espacio y hacerlo visible”. Y no solo piensa en la ermita. También en la infraestructura necesaria para facilitar el acceso. “Suben 500 coches cada fin de semana y no hay ningún sitio para aparcar. Yo he comprado 8.000 metros más para hacer un aparcamiento. Es una vergüenza que desde la Generalitat no hayan previsto esto. Si no lo hacen ellos, lo haré yo”, explicaba en tono reivindicativo. El conflicto de fondo parece ser una mezcla de simbolismo religioso, legalidades urbanísticas y tensiones políticas. Lo que para muchos es un lugar de esparcimiento natural, para Mateu es un enclave de valor histórico y espiritual que debe ser preservado. “Allí durmió don Vicente Blasco Ibáñez. Han pasado personalidades importantes. Esto tiene historia y hay que ponerlo en valor”, decía, recordando los tiempos en los que la zona tenía más actividad religiosa. En medio de este cruce de versiones, los vecinos de Estivella y visitantes habituales del Garbí miran con incertidumbre lo que sucederá en las próximas semanas. ¿Será necesario acudir a los tribunales? ¿Podrá el Ayuntamiento demostrar la titularidad pública? ¿O acabará imponiéndose la propiedad privada certificada por escritura? José Ramón Mateu, por su parte, parece tener clara su hoja de ruta. “Esto no es por dinero. Es por respeto a nuestras raíces. Lo que se hizo en el 93 fue una barbaridad y ahora toca devolverle al pueblo lo que es suyo. Aunque no guste a algunos”.