Un total de 61 estudiantes de América, Asia y Europa han vivido durante las últimas cuatro semanas una experiencia única en la Universidad de La Rioja, donde han participado en el Curso de Lengua y Cultura Españolas para Extranjeros. Desde 2005, más de 3.300 estudiantes de los cinco continentes han pasado por estos cursos, convirtiéndose en embajadores culturales de La Rioja en sus países de origen. De los 61 estudiantes, más de la mitad son de Estados Unidos, en concreto 36. Los otros 25 proceden de diferentes culturas y lugares del mundo. India, Corea del Sur, Brasil, Filipinas... De este último país han venido dos estudiantes, y una de ellas es Lia. Tiene 25 años y en su país realiza Estudios Europeos con la especialización de Español. Hemos podido hablar con ella y nos cuenta que lo que más valora es poder vivir la cultura española de forma directa, que no es lo mismo estudiarla desde Filipinas como visitar la cuna del idioma como es San Millán de la Cogolla. Y es que han disfrutado durante estas semanas de una inmersión completa en la cultura local. Han recorrido algunos de los enclaves más representativos de La Rioja, como el centro histórico de Logroño, Laguardia y las Bodegas Campillo, o los monasterios de San Millán de la Cogolla. Pero claro, cuando topas con un nuevo lugar, los choques culturales aparecen de forma involuntaria. Lo más positivo que ha encontrado es el contraste con el servicio de transporte público. De hecho, montar en el bus es su actividad favorita. Pero no todo es bueno. En materia negativa, en Filipinas asegura el ambiente en los bares le permite acudir a estudiar mientras desayuna o almuerza, algo que aquí, con tanto barullo que se forma a veces, es prácticamente imposible: "Allí es normal entrar a un bar y ver gente estudiando. Aquí no. Si lo hago me siento incómoda". Los 61 estudiantes se han tenido que adaptar a diversos aspectos culturales, pero si hay algo que no les ha costado nada es adaptarse a la gastronomía riojana. Lia destaca los champiñones de la Laurel y, por supuesto, el vino: "Me encantan los champiñones de la calle Laurel y, como no, el vino. Porque en Filipinas, normalmente, no bebo nada, no me gusta el alcohol de allí. Sin embargo, aquí me encanta el vino porque es más suave y sabe mucho mejor".