La exigencia deportiva y la presión estética alientan los trastornos alimentarios entre las atletas de élite

En el alto rendimiento deportivo, la exigencia no es una opción, es la norma. Los atletas conviven con metas ambiciosas y rutinas rigurosas que exigen disciplina, control y resultados. Sin embargo, cuando ese control se tambalea y los resultados no llegan, la frustración puede convertirse en un enemigo silencioso. Algunos deportistas logran gestionar esos momentos críticos con apoyo emocional y recursos psicológicos. Otros, en cambio, canalizan esa frustración hacia su propio cuerpo, creyendo que la solución está en pesar menos, rendir más y controlar lo incontrolable. Es en ese punto de ruptura cuando emergen los trastornos alimentarios, no solo como una obsesión por la imagen, sino también como un intento desesperado de recuperar el control perdido.