España está llena de castillos que se pueden visitar. Algunos fueron fortalezas, otros residencias reales, y hoy muchos abren sus puertas para mostrar siglos de historia y arquitectura Monasterios entre bosques y montañas: refugios frescos para huir del ruido en verano En España, basta mirar alrededor para encontrar un castillo. Los hay en lo alto de riscos, dominando ríos, junto a la costa o integrados en pueblos medievales. Levantados en distintas épocas, reflejan la huella de quienes tuvieron poder sobre estas tierras a lo largo de los siglos. Algunos surgieron como fortalezas puramente militares; otros, como residencias reales donde la vida era un desfile de fiestas y alianzas. Cada castillo es un testigo de piedra que ha visto pasar la historia ante sus ojos. Pero no todos han sobrevivido igual al paso del tiempo. Muchos quedaron reducidos a ruinas tras guerras, incendios o abandonos. Otros han renacido gracias a restauraciones meticulosas, con arquitectos y mecenas empeñados en salvarlos. Y hoy, cuando los recorres, no solo ves muros y torres, sino que es posible revivir tiempos de conquistas, leyendas y grandes personajes que pasaron por allí. Algunos se han convertido en hoteles. Otros, en museos. E incluso unos pocos siguen en manos privadas que mantienen cerradas sus puertas. Pero en este reportaje hablamos de castillos que sí están abiertos al público, convirtiéndose en monumentos al alcance de todos. Lugares como Loarre, Coca o Bellver, cada uno con una propia historia que merece la pena escuchar. Castillo de Loarre (Loarre, Huesca) En pleno prepirineo aragonés, el castillo de Loarre parece crecer sobre la roca que lo sostiene. Fue Sancho III el Mayor quien lo mandó construir en el siglo XI, primero como palacio real y después como monasterio. Su misión era vigilar la frontera del joven Reino de Aragón y frenar los avances musulmanes. También ha sido escenario de películas, como El Reino de los Cielos , y no es difícil entender por qué: su silueta es puro cine. El castillo de Loarre permite visitas tanto libres como guiadas. Sus murallas y once torreones siguen en pie, rodeando estancias de piedra fría. Dentro se encuentra la iglesia de San Pedro, con una cúpula románica poco habitual en estas tierras. Las visitas, libres o guiadas, permiten entrar en la cripta de Santa Quiteria, recorrer los caminos de ronda y subir a la torre del homenaje. Desde allí, la vista se extiende sobre la Hoya de Huesca, como si el castillo aún vigilara la frontera. Castillo de Almodóvar del Río (Almodóvar del Río, Córdoba) En lo alto de un cerro, el castillo de Almodóvar del Río domina el Guadalquivir y el paisaje cordobés. Su origen es andalusí: ya existía en el año 741 bajo el dominio del emir Abd el Malik Ben Qatan. En 1240 pasó a manos cristianas con Fernando III el Santo. Pero su aspecto actual se debe, en gran parte, a una enorme restauración entre 1901 y 1936, impulsada por el Conde de Torralva, que convirtió unas ruinas en la fortaleza espectacular que vemos hoy. Castillo de Almodovar. Es uno de los castillos mejor conservados de España. En su interior se puede recorrer torres, mazmorras y adarves, y descubrir salas dedicadas a distintas temáticas. Ofrecen visitas guiadas, libres o teatralizadas, con actividades como almuerzos medievales o entrenamientos de combate. Ha sido escenario de películas y series, incluida Juego de Tronos , donde se transformó en Altojardín . Castillo de Bellver (Palma de Mallorca) A tres kilómetros de Palma, el castillo de Bellver se alza sobre una colina de 112 metros, vigilando la bahía. Mandado construir por Jaime II entre 1300 y 1311, fue pensado como residencia real y refugio seguro. Su planta circular lo hace único en España y raro en Europa. Desde fuera impone con su foso y su aire de fortaleza, pero por dentro sorprende con detalles elegantes que recuerdan su función palaciega. Castillo de Bellver. Ha sido prisión militar, fábrica de moneda y testigo de episodios turbulentos, como el encarcelamiento de Jovellanos. Hoy alberga el Museo de Historia de la Ciudad. La visita, libre o guiada, permite recorrer patios, salas y subir a la terraza superior. Desde allí, la panorámica sobre Palma y el mar es, sencillamente, espectacular. Castillo de Olite (Olite, Navarra) En Olite, el castillo-palacio es algo más que un monumento: ocupa un tercio del casco medieval. Lo mandaron construir Carlos III el Noble y su esposa Leonor de Trastámara a principios del siglo XV. Y no escatimaron en lujos: torres, jardines colgantes, ventanales góticos y hasta animales exóticos en sus patios. Fue considerado uno de los palacios más suntuosos de Europa. El Palacio Real de Olite, en Navarra. Aunque sufrió un devastador incendio en 1813, fue restaurado en el siglo XX y hoy luce de nuevo su grandeza. Las visitas (siempre guiadas) permiten recorrer sus cámaras reales, subir a las torres del Homenaje, las Tres Coronas o los Cuatro Vientos, y pasear por jardines que antaño vieron leones y jirafas. Desde lo alto, se contemplan los viñedos que rodean Olite. Castillo de Peñafiel (Peñafiel, Valladolid) Sobre un cerro estrecho y alargado se alza el castillo de Peñafiel, cuya silueta parece un barco de piedra dominando la Ribera del Duero. Su historia empieza en el siglo X, cuando Sancho García lo erigió para contener a Almanzor. La fortaleza actual es fruto de reformas de los siglos XIV y XV y fue declarada Monumento Nacional en 1917. Castillo de Peñafiel Hoy alberga el Museo Provincial del Vino, así que la visita combina historia y enoturismo. Por dentro, salas abovedadas y la torre del homenaje cuentan la historia de la fortaleza y del vino de la Ribera. Desde lo alto, se contemplan los valles del Duero, el Duratón y el Botijas. Solo se visita con guía. Castillo de Coca (Coca, Segovia) El castillo de Coca es un festín para los amantes del arte mudéjar. Levantado a finales del siglo XV por el arzobispo Alonso de Fonseca, no está sobre un cerro como muchos castillos, sino en terreno llano, protegido por un profundo foso. Es la mayor expresión de la arquitectura militar en ladrillo en España. Castillo de Coca, en Segovia. La visita guiada recorre sus murallas, torres poligonales, salas nobles y mazmorras. Llaman la atención la sala de armas, con mosaicos mudéjares, y la galería norte, con documentos históricos. Subir a sus miradores regala vistas de la Tierra de Pinares y las murallas medievales de Coca. Entre historia y arte, Coca es una joya singular. Castillo de Cardona (Cardona, Barcelona) Wilfredo el Velloso mandó construir el castillo de Cardona en el año 886. Desde entonces, ha ido creciendo con murallas, torreones románicos y estancias góticas. En su interior, la colegiata de Sant Vicenç es una joya del románico catalán, con su cripta y ábsides luminosos. Fue símbolo del poder de los señores de Cardona, gracias en parte a la riqueza de sus salinas. Castillo de Cardona, con guía o con visitas teatralizadas. Se puede visitar con guía o en recorridos teatralizados. Impresiona la torre de la Doncella, escenario de la leyenda de Adalés, la joven enamorada de un musulmán y encerrada por sus padres. Desde sus alturas se domina el valle del Cardener y se percibe por qué Cardona fue estratégica en la historia catalana. Castillo de la Mota (Medina del Campo, Valladolid) El castillo de La Mota domina Medina del Campo desde su promontorio. Su forma trapezoidal y sus potentes murallas son fruto de reformas impulsadas por Juan II, Enrique IV y, sobre todo, los Reyes Católicos, que le dotaron de modernas defensas para la artillería. Fue prisión ilustre: por sus muros pasaron Hernando Pizarro o César Borgia. Castillo de la Mota, en Medina del Campo. La visita, que puede ser libre, guiada o teatralizada, permite recorrer sus puentes, el patio de armas, la torre del homenaje de 40 metros y las galerías subterráneas. Desde lo alto, las vistas recuerdan su importancia estratégica. Hoy es un espacio cultural y un lugar imprescindible para conocer la historia castellana. Castillo de Pedraza (Pedraza, Segovia) El castillo de Pedraza corona uno de los pueblos medievales más bonitos de España. Sus orígenes se remontan a la Edad Media, aunque conserva vestigios románicos. Fue propiedad de los Herrera y los Velasco, duques de Frías, y en él estuvieron presos los hijos del rey de Francia, Francisco I. Más tarde cayó en abandono hasta que, en 1925, el pintor Ignacio Zuloaga lo compró y lo convirtió en residencia y taller. Vista aérea del Castillo de Pedraza. Hoy es propiedad privada, pero está abierto al público como museo. Se puede visitar con audioguía el patio de armas, la torre del homenaje, las mazmorras y salas interiores. Incluso cuentan leyendas de fantasmas, como la trágica historia de Elvira y Roberto. Pedraza y su castillo son un viaje en el tiempo que merece la pena. Alcázar de Segovia (Segovia) Pocos castillos tienen una silueta tan reconocible como el Alcázar de Segovia, con sus torres puntiagudas que parecen salidas de un cuento. Su historia arranca en documentos del siglo XII, aunque se cree que la roca sobre la que se asienta pudo tener usos defensivos desde la época romana. A lo largo de la Edad Media fue residencia real, fortaleza y prisión. Alcazar de Segovia, auténtico castillo de cuento. El Alcázar, declarado Bien de Interés Cultural, es visitable casi en su totalidad. Puedes recorrer salas como la de Ajimeces, la Galera, el Trono, el Tocador de la Reina o la impresionante Sala de Reyes, con artesonado dorado y frisos que representan a 52 monarcas. Subir los escalones de la Torre de Juan II, con 80 metros de altura, ofrece una de las vistas más bonitas de Segovia y su entorno. Un castillo que es símbolo de toda una ciudad.