Este 26 de julio, mientras Badajoz arde bajo el sol estival, las parroquias se preparan para encender otra llama: la del reconocimiento a los abuelos. La Delegación de Familia y Vida del Arzobispado urge a celebrar el Día de los Abuelos –enmarcado en la fiesta de San Joaquín y Santa Ana– bajo el lema "Feliz el que no ve desvanecerse su esperanza". No es solo un homenaje simbólico: los abuelos son "tesoros vivos" que transmiten el ADN de la sociedad –valores familiares, equilibrio emocional y ese cariño único que solo ellos saben dar–. Pero su rol crucial va más allá: son guardianes de la fe, el puente entre generaciones que evita que el tejido social se desgarre. "Una sociedad que los margena pierde su brújula", advierte el mensaje enviado a todas las parroquias. Y llega la sorpresa desde Roma: el Papa Francisco quiso transformar esta jornada en una oportunidad de gracia histórica, algo que ha refrendado Su Santidad Leon XIV. En pleno Jubileo 2025, quienes visiten a ancianos solitarios o realicen obras de caridad con ellos podrán ganar la Indulgencia jubilar –el mismo don espiritual reservado a los peregrinos que viajan a Roma–. Es un giro revolucionario: los abuelos no son solo receptores de atención, sino "testigos activos de esperanza". Así, mientras las comunidades extremeñas se movilizan este domingo, un simple gesto –llevar flores a una residencia, compartir un café con el vecino octogenario– se convierte en un acto de fe que une el cielo con la tierra.