La historia de Juana Rivas ha vuelto al primer plano con la inminente entrega de su hijo pequeño a su padre, Francesco Arcuri, en medio de un ambiente cargado de incertidumbre, tensión judicial y fuertes implicaciones emocionales. A primera hora de este jueves, se espera que se lleve a cabo el traspaso del menor —Daniel, de solo 11 años—, después de que la madre, vecina de Maracena (Granada), incumpliera reiteradamente las órdenes judiciales que exigían su retorno a Italia. Este episodio se suma al largo historial que ha marcado el caso desde 2017, cuando Juana fue condenada por no devolver a sus hijos a su padre tras unas vacaciones en España. Fue indultada parcialmente en 2021 por el Gobierno de Pedro Sánchez, pero la Audiencia de Granada considera ahora que podría haber vuelto a incurrir en sustracción de menores, al no entregar al niño en los plazos marcados por la justicia italiana, que lo reclamaba desde enero. “Hoy sin falta, Daniel tiene que ser entregado a su padre”, explicaba en COPE Granada el periodista Juan de Dios Jerónimo, apuntando además que esta vez “tiene que hacerse sin el circo mediático que pudimos lamentar el pasado martes, cuando ese pequeño fue objeto de un auténtico drama que muy difícilmente va a poder olvidar”. Desde Italia, la Corte de Apelación de Cagliari —ciudad donde reside Arcuri— ya había recordado el pasado 8 de enero que el niño debía regresar. La madre desoyó esa orden y volvió a hacerlo el 18 de febrero. La justicia española ha fijado hoy como fecha tope. Según Juan de Dios Jerónimo, las autoridades judiciales creen que Juana podría haberse aprovechado de la estancia navideña de su hijo en España para dilatar deliberadamente el proceso. A las puertas de la entrega definitiva, la tensión ha subido aún más por las cartas manuscritas que han salido a la luz en las últimas horas, dirigidas a distintas autoridades y organismos internacionales. En una de ellas, sorprendentemente firmada por el propio Daniel, se describen presuntos episodios de maltrato por parte del padre, incluyendo un momento en el que “llegó a tirarlo por las escaleras”. El hermano mayor, Gabriel, de 19 años, también ha dirigido una misiva pidiendo a las instituciones que “escuchen y atiendan el miedo de su hermano sin coacciones”. La defensa de Rivas insiste en que las cartas muestran un temor fundado del menor, mientras que la otra parte sostiene que hay una instrumentalización emocional del niño con fines judiciales. Una figura central en la polémica ha sido Paqui Granados, asesora de Juana Rivas, quien estuvo presente en la primera entrega fallida. En esa escena que ha sido duramente criticada por la jueza, Granados invitó al menor a contar en voz alta ante las cámaras los supuestos malos tratos. “La prioridad ahora es evitar que se repita el espectáculo vivido el martes”, ha recalcado Dani Trigo, jefe de informativos de COPE Andalucía. A pesar de la discreción exigida por el juzgado, se espera que tanto la hora como el lugar de la entrega se mantengan en secreto hasta el último momento. La situación ha adquirido tal complejidad que, como advierte Jerónimo, “dados los antecedentes, hoy por desgracia podemos esperar cualquier cosa”. Mientras la justicia italiana y española tratan de coordinarse, lo único cierto es que el caso vuelve a poner sobre la mesa el eterno debate sobre el interés superior del menor, el uso público de los conflictos familiares y el papel de los medios y los activistas en procesos tan delicados como este.