Por mucho que intentemos huir de ella sus tentáculos siempre acaban por atraparnos. No tiene alma y sus oficinas laten al ritmo que marcan normas inexorables que, por lo general, no se pueden cuestionar. El alemán Max Weber, padre fundador de la sociología moderna, la definió como la forma más eficiente para poder gestionar y administrar las instituciones, aunque también nos avisó de sus peligros. El hecho es que todo pasa por ella y, desde que nacemos hasta que nos visita la parca, estamos en sus manos.