La autora canadiense de origen indio relata en su último libro 'Frontera y ley' los retos en torno a la migración global, el capitalismo y el aumento del nacionalismo racista Cómo prendió en Torre Pacheco la espiral de odio promovida por la extrema derecha Harsha Walia es una escritora canadiense conocida por su activismo en derechos de los migrantes. Nacida en el micro-Estado de Baréin, en el Golfo Pérsico, es de familia india y reside en Vancouver. Su última obra publicada, Frontera y Ley (Raig Verd/Rayo Verde, 2022) ahonda en las crisis de refugiados, el control de fronteras, la criminalización de los desplazados y, al mismo tiempo, el papel de los grandes capitales a la hora de aprovecharse de ello. Formada en Derecho y en el activismo en ayuda a las mujeres deen uno de los barrios más pobres de Vancouver, Downtown Eastside, ha participado en movimientos antirracistas, feministas, de solidaridad indígena, anticapitalistas y a favor de los derechos de los migrantes. Coimpulsora de la red No one is illegal , en 2020 fue nombrada directora de la Asociación de Libertades Civiles de Columbia y ganadora del premio Hillman de Canadá en Democracia y Justicia Social. El libro advierte que la crisis migratoria que existe es una “crisis de desplazamiento”, no tanto una “crisis fronteriza”. ¿A qué se refiere con este término? Los migrantes son una crisis porque los estados, los gobiernos, son quienes la han creado. Para Europa y Estados Unidos, por ejemplo, los migrantes son la excusa para fortalecer las fronteras y crear una política fronteriza más dura. Las razones por las que hay que utilizar el concepto de “crisis de desplazamiento” son tres, principalmente. En primer lugar, la realidad es que la mayoría de los migrantes no se pueden mover por el mundo de manera libre. Otro de los motivos es que el desplazamiento coloca a la crisis donde comienza, no donde acaba: una persona se convierte en migrante debido a una crisis. En el caso de Palestina es la guerra, pero también hay motivos económicos como en Tailandia, o la vertiente climática, como ocurre en Bangladés, por ejemplo. Por lo tanto, esto hace pensar que no se convierten en migrantes porque sí, sino que el desplazamiento es el que los hace migrantes. La causa está en el origen. Por último, destaco que hay un apartheid global, con una motivación común que recae en el color de piel, en el nivel económico y en los orígenes. Con estas variantes, el resto de gente que cumpla todos estos requisitos se puede mover por el mundo libremente. Se podría decir que, en realidad, las crisis de desplazamiento no va sobre movimientos, sino sobre poder. Cada vez más gobiernos rechazan públicamente a los inmigrantes, pero al mismo tiempo los sectores económicos de sus países requieren de su mano de obra. ¿Cómo coexisten estas dos realidades a la vez? Sé que parece contradictorio, pero en realidad no lo es. Una cosa alimenta a la otra. El racismo provoca que los migrantes sean precarios, y esto lo impulsan todos los partidos políticos, pero en especial la extrema derecha. El objetivo, a veces, no es tanto la expulsión absoluta de los migrantes, sino crear la condición de una precariedad social y laboral para que puedan ser explotados a su antojo. Asimismo, los migrantes trabajadores conforman la underclass , una clase pobre situada por debajo de la clase baja, y que se ha formado y construido a través de un racismo contra ellos. El objetivo a veces no es tanto la expulsión absoluta de los migrantes, sino crear la condición de una precariedad social y laboral para que puedan ser explotados a su antojo. ¿Por qué cree que triunfan los discursos de extrema derecha que se oponen no solo a la inmigración, sino que directamente exigen deportaciones masivas? Eso ocurre, principalmente, por tres razones. La primera es la más simple: es verdaderamente sencillo culpar a los migrantes de la crisis capitalista global que nos afecta a todos, achacando que estas personas que aterrizan desde otro país se quedan con nuestros trabajos, que pagamos su educación, que ocupan la sanidad, las escuelas… Es dibujar su figura como si nos quitaran nuestros derechos, cuando no es así. Relacionado con esto, el otro motivo es que mucha gente se aferra a esta visión del mundo, se la cree y la interioriza, y aquí se demuestra que el racismo está en todas partes, no es muy complicado que cale, y especialmente ahora hay un auge en el rechazo a los musulmanes. Estos discursos triunfan debido a que el objetivo no es la deportación de los migrantes sino la creación de esta underclass , de la clase inferior a la baja. Esta clase social lo que provoca es que la sociedad no les vea como víctimas de la crisis del capitalismo global ni como parte de la clase obrera, sino como causantes de esta crisis, de ahí nace el racismo y los discursos que ponen la responsabilidad en los migrantes. Hablando de capitalismo, el gobierno de Estados Unidos es racista y antisemita, sin embargo, Trump es aliado de Netanyahu y ambos denuncian «el problema musulmán», como apunta en el libro. ¿Cree que la emigración se está convirtiendo en el gran enemigo común que quieren promover los gobiernos para afianzarse? Absolutamente. Es verdad que la extrema derecha tiene muchas diferencias entre sí con los diferentes partidos políticos alrededor del mundo, pero todos tienen dos cosas en común y trabajan bajo estos dos ejes: un racismo anti-migrante y un racismo anti-musulmán. La relación entre el Gobierno de Trump y el de Netanyahu no me parece contradictorio del todo, comparten la expulsión de otros espacios, posturas y creencias dentro de su país, solo quieren tener un grupo de personas viviendo en él. De hecho, la gran mayoría de sionistas de Estados Unidos son sionistas cristianos, y son el lobby más grande del país, que piden a su misma vez la expulsión de los judíos de su país, es contradictorio. Harsha Walia durante la entrevista con elDiario.es En el libro también se habla sobre el impulso por parte de las élites progresistas de los países de Europa del proyecto 'refugees welcome'. Afirma que esta postura deja a los migrantes como “sujetos miserables” y a la población blanca como «árbitros de la migración». ¿A qué se refiere? Es curioso porque este libro se escribió cuando Canadá y la Unión Europea crearon esta política, y es interesante cómo en este poco tiempo ha evolucionado el proyecto y ahora podemos ver las nefastas consecuencias de él. Este progresismo blanco se desarrolla bajo la caridad de recibir a algunos migrantes, y con un relato que los deja como algo positivo para la economía, algo útil, para que esta acogida fuera conveniente. Se deja de lado el derecho fundamental del migrante a existir: si no aportas a nivel económico, no puedes ser acogido. Es por eso que el relato de la extrema derecha tiene éxito. Hasta en los discursos del lado progresista europeo no se introduce la idea de que todos somos iguales y todos tenemos derecho a vivir, sino que solo algunos pueden hacerlo si dan algo a cambio, que es en el fondo el relato que sostiene la ultraderecha. Al fin y al cabo, la élite progresista europea no incluye nunca un marco anticapitalista de la migración. Y es importante porque los migrantes han sido víctimas, y a costa de ellos se ha construido una Europa basada en la explotación y colonización de los países de donde emigran estas personas, anteponiendo que tienen más derecho a existir —por pertenecer a la UE— que cualquier otro país arrasado por los que tienen el poder. En España lo hemos vivido estos días episodios de disturbios con con cacerías xenófobas a inmigrantes. ¿Cree que estos fenómenos irán a más? Creo que todo lo que estamos viviendo en muchas partes del mundo y ahora en España, son señales que apuntan hacia una escalada de la ultraderecha. Hay una divulgación y difusión de un racismo hacia los migrantes que también se hace desde el poder, porque esta extrema derecha cada vez conquista más esferas poderosas y tiene más posibilidades de expandir su discurso racista. Las personas migran por desigualdades, por un sistema capitalista que no les beneficia, pero, como he comentado antes, no son vistas como víctimas, sino como culpables de estas desigualdades. Solo se pone el foco en que vienen, no el porqué lo hacen. Así hay carta blanca para poder desplazarlos, explotarlos y hacer de todo contra ellos. Es muy importante crear un análisis y prácticas de la raza, la clase y la ciudadanía, porque la extrema derecha está capitaneando esta división, y va todo junto, no son cosas separadas. Los migrantes son ahora mismo la princiapl clase explotada, que el capitalismo y la extrema derecha está explotando, y además es que es algo cíclico: el que es expulsado de un sitio será mucho más explotable en otro, con una renuncia implícita de sus derechos. También es relevante destacar que esta extrema derecha crecerá más porque cada vez tiene más apoyo y financiación. La violencia se blanquea, y en el caso de las fronteras, por ejemplo, Trump tiene políticas de expulsión, pero también financia a México. Le está pagando mucho dinero para que proteja esa frontera y, ahora mismo se ha convertido en un aliado en el control de esta división fundada por el estado americano. El racismo no es natural, a la gente se le enseña a ser racista y además, estas políticas que existen alrededor también lo son, por lo que aprendes a serlo. En Canadá, de donde es usted, ¿han detectado más llegadas de emigrantes de Estados Unidos? En Canadá puede parecer que haya una política progresista, pero hace 25 años que funciona una cosa que ahora se ha instalado en Europa. Ahora en la UE si tú como migrante vas a un país europeo y te expulsan, y buscas asilo en otro, ya no puedes, perteneces al primer país donde te has hospedado, y tienes las puertas cerradas en toda la Unión. Y así funciona Canadá desde hace más de dos décadas, bajo la política del Acuerdo del Tercer País Seguro junto a Estados Unidos, donde si una persona residente del país americano busca refugio en Canadá, se le denegará. El solicitante solo puede tener asilo al primer país que llegue. Pero esta política también incluye no solo el refugio de los migrantes, sino también si has vivido en Estados Unidos, ya no puedes hacerlo en Canadá. En el primer año en que se implementó esta política, el número de migrantes en Canadá descendió en un 45%. Para ver la dimensión de esta política, cuando volvió a reanudarse la guerra en Palestina con las migraciones masivas a otros países, en Canadá el número de refugiados palestinos fue cero. Si algo deja claro 'Frontera y ley' es que la migración está globalizada debido a la acumulación de guerras en todo el mundo. ¿Qué responsabilidad atribuye a los países del Norte Global? Esta ignorancia viene dada por los intereses de la Unión Europea y por esta inversión en la industria del armamento militar, que es una de las más poderosas que hay en el mundo y que abastece a países como Palestina y Sudán, pero sobre todo a las fronteras, como las de Libia, La República Democrática del Congo o Ruanda. Hay que saber hacia dónde va ese dinero para entender los conflictos que existen en el mundo y cuáles se están alimentando. Aquí se ven claramente los intereses de la UE y cómo contribuye a mantener dictaduras, como el caso de Turquía. Todo se entiende al seguir los destinos de la financiación europea hacia ciertos países y fronteras, porque en realidad es la herencia del imperio colonialista de estos países.