La dirección de Atunlo «descapitalizó» la compañía con «sociedades pantalla»

El 11 de enero de 2024, en la calle Mariano de los Cobos de Valladolid, se constituyó una empresa con 3.100 euros de capital social y con Roberto Lázaro como administrador único. Setenta y un días después, en la avenida Miguel Dantas de Valença do Minho, se creó otra similar, esta vez con Laura Pernas como titular. La primera fue bautizada como Tonno del Pacífico; la segunda, Smellingreen Lda. Se convertirían, en pleno preconcurso de acreedores de Atunes y Lomos (Atunlo), en accionistas de referencia de sus factorías de procesado —el verdadero músculo industrial del grupo—, a través de unas ampliaciones de capital que deberán ser anuladas en su totalidad. Porque Lázaro y Pernas ya eran parte del cataclismo de la pesquera y concurría «conflicto de interés», porque sus empresas —Tonno y Smellingreen— son «sociedades pantalla», porque las crearon para «descapitalizar», en «beneficio de uno o varios socios», la que llegó a ser la mayor comercializadora de túnidos de España; Atunlo quebró con una deuda superior a los 120 millones de euros.