Hemos leído con satisfacción la declaración del foro “Democracia Siempre” de los Jefes de Estado y de Gobierno de Brasil, Chile, Colombia, España y Uruguay, celebrada en Santiago de Chile el día 21 de julio. Los líderes progresistas han trabajado en torno a tres temas centrales : la defensa de la democracia y del multilateralismo; la desinformación y las tecnologías digitales; y extremismos y desigualdad, proporcionando líneas de acción concretas. Esto supone un paso firme en una cooperación efectiva entre estos gobiernos. Sin embargo, echamos en falta una reacción más clara respecto a la política exterior norteamericana del Presidente Trump, que precisamente ahora ha conmemorado los seis meses más un día de su presidencia. Creo que exige, además de la condena que se realiza en esta declaración, medidas concretas. Especialmente, en relación con la necesidad de la profundización de las relaciones entre Europa y América Latina, transformando de una Asociación Estratégica a una Alianza Estratégica. Estas medidas se deben fundamentar en que las decisiones adoptadas por el Presidente Trump contra el derecho internacional, el derecho humanitario, los derechos humanos y los compromisos mantenidos hasta ahora con América Latina y con Europa se están rompiendo de forma bastante definitiva. Frente a esta situación, se necesita una respuesta colectiva eurolatinoamericana, teniendo en cuenta la oportunidad que nos brinda la IV Cumbre Unión Europea-Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) , a celebrar en Santa Marta (Colombia) el 9 y 10 de noviembre de 2025. Nos encontramos ante una situación excepcional, ya que la ruptura de los compromisos de Estados Unidos con América Latina en el ámbito comercial y de la libre circulación de personas, que está llevando consigo la expulsión de cientos de miles de latinoamericanos, y en condiciones de falta de respeto a los derechos humanos. Por otra parte, en relación con la Unión Europea, Trump está cuestionando los compromisos transatlánticos , sobre todo en el ámbito de los derechos humanos, seguridad colectividad, cooperación económica y comercial e incluso a nivel cultural. Por ello, frente a esta política de Trump de agresividad e incumplimiento de compromisos internacionales ante ambos continentes, quizás sea el momento de una acción colectiva, unificando una estrategia común a ambos lados del Atlántico y con el objeto de hacer frente a las nuevas circunstancias que ha originado la confrontación de Estados Unidos, en lugar de la cooperación que se venía dando hasta ahora. Asimismo, se produce una gran novedad, los Estados Unidos en gran medida deben su hegemonía económica mundial a una cierta liberalización comercial con sus socios, especialmente con Europa y América Latina. Esto le ha proporcionado en los últimos ochenta años un desarrollo económico que se ha trasladado también a sus aliados. Sin embargo, las decisiones ejecutivas adoptadas por Trump en materia arancelaria y comercial, especialmente a partir del 2 de abril de 2025 (el llamado “Día de la Liberación” por el Presidente) y del 12 de julio, donde se amenaza con aranceles extraordinarios, todavía más altos, que llevan consigo una política económica sin precedentes y que tendrá unos efectos comerciales y humanitarios muy dañinos para América Latina y Europa. Por otro lado, respecto a ambas regiones, la reivindicación de Groenlandia, del Canal de Panamá, incluso mediante el uso de la fuerza, así como sus referencias a Canadá como el 51º Estado de los Estados Unidos, exigen una respuesta política, económica y social colectiva. No solo hay que establecer una declaración de principios, sino que hay que tomar medidas de refuerzo estructural entre Europa y América Latina, ya que se enfrentan a los mismos desafíos. En la medida en que, frente a estas decisiones, haya una respuesta alternativa unitaria y sólida entre Europa y América Latina , que están siendo fuertemente agredidos, el posible incremento de socios extremistas vinculados a los Estados Unidos se va a debilitar en ambos continentes. Se trata de establecer esa alternativa, de momento, eurolatinoamericana, y posteriormente global, para el mantenimiento del sistema multilateral que viene funcionando desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que permite una cierta convivencia pacífica y un cierto desarrollo económico y social. _____________________________ Francisco Aldecoa Luzárraga es catedrático emérito de Relaciones Internacionales en la UCM y presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo.