Nos están cerrando los bares de toda la vida. Tranquilos. No es nostalgia es incomodidad. Se pone difícil en el centro de muchas ciudades desayunar a lo tradicional, acodarse en una barra a tomar una cerveza sin que te obliguen a comer, merendar un café y una magdalena sin que te ofrezcan crepes inverosímiles o tostadas de aguacate.