En un país donde más de la mitad del territorio es forestal, la falta de gestión activa de nuestros montes ha llevado a una acumulación creciente de residuos vegetales -ramas, leña, matorrales- que, con la sequía y el aumento de temperaturas, se convierten en combustible para incendios cada vez más graves. Tan solo en la última década, los incendios forestales han liberado una media de 1,4 millones de toneladas de CO2 al año según un informe de CRECEMOS sobre Gestión de Incendios Forestales.