Marco llega a recoger su Compostela con casi 1.500 kilómetros en la mochila. Es holandés, pero cuando decidió ponerse en camino a Santiago y pensó dónde arrancar, eligió París. Y desde allí se vino. "Era un sueño hacer el camino y después de mucho esfuerzo, lo he conseguido... he hecho muchos amigos y eso es muy importante para mi, y algo ha cambiado en mi interior". Lo cuenta charlando con Miguel, uno de los voluntarios que estos días echa una mano en la Oficina del Peregrino. Marco no se aclara con el registro de llegada, pero allí está Miguel para ayudarlo. Este joven periodista decidió dedicar parte de sus vacaciones, por primera vez, a un servicio de voluntariado y se ha venido desde Pamplona dentro del programa "Apertas", de los jesuitas, una de las iniciativas que confluyen en este centro para recibir con los brazos abiertos y una sonrisa a los que llegan, la mayoría de las veces con los pies muy doloridos, pero el corazón a rebosar de alegría. "Yo he hecho el camino tres veces y la verdad es que verlo desde dentro y desde fuera cambia mucho: desde que estoy aquí, ya he pensado que tengo que volver a hacerlo...sólo ver cómo llegan los peregrinos, con mucha luz en los ojos", confiesa Miguel. Sonríe cuando le digo que se llevará un montón de historias para sus artículos en ABC, y asiente. "Me llama mucho la atención cómo todos los caminos de la gente se cruzan aquí..." y recuerda momentos emocionantes, como la llegada de una mujer, a la que atendió una compañera suya, "que había hecho el camino con su marido, que había estado muy enfermo, y afortunadamente había llegado hasta aquí con él" En estos diez días de voluntariado también ha vivido momentos especiales ayudando en el Hogar del Cottolengo, con personas que sufren discapacidad, y en la Cocina Económica: "poder ver a la gente que menos tiene, su mirada... poder estar con los que no tienen nada", asegura que es de lo más importante que se lleva de esta experiencia. "Repetiré", asegura "Repetiré" es también lo que dice la mayoría de las personas que entran a recoger su credencial en la Oficina. Francesco se abraza en el patio a varios amigos que ha hecho en el camino, desde Sicilia. Partió, por cuarta vez, él solo, pero asegura que peregrinando "non si è mai solo" , nunca se está solo, nunca, no para de decir. ¿Por qué cuatro veces peregrino? "Porque es hermoso, te hace bien... y se lo aconsejo a todo el mundo, es la cosa más bella que el ser humano puede hacer", asegura. A las puertas de la Oficina, un grupo de jóvenes han amontonado sus mochilas y descansa mientras ojean la acreditación que acaban de recoger. Sonia cuenta que han venido desde Sevilla, en una peregrinación de scouts que se han estrenado este año en el Camino Francés. Cinco días han caminado desde Sarria. "Partes sin motivo aparente, pero vas estrechando relaciones con tus compañeros de unidad... yo lo recomendaría mucho" dice Gonzalo. Y eso que para algunos ha sido "un poco duro, sobre todo los que nos hemos puesto malos por el camino" dice Paco, otro miembro del grupo. Pero todo se queda en un segundo plano al llegar al Obradoiro..."Pudimos entrar a la catedral, tuvimos suerte, y es increíble este sitio", asegura Gonzalo. Cerca de la Oficina encontramos a otros tres caminantes, mochila al hombro y bastón en la mano, pero ellos no llegan, sino que se van: Montse y sus hijos Yago e Irene. La madre ya peregrinó varias veces, la última, en Semana Santa. Prometió que volvería a hacer el camino si su hijo regresaba bien de una estancia en Estados Unidos: el deseo se cumplió así que ahora, "ilusionados", van a hacer "el epílogo, Santiago-Finisterre". En lo que llevamos de año han pasado por la Oficina del Peregrino más de 276.000 personas, lo que supone un 8% más que en 2024 por estas fechas. Después de España, Estados Unidos, Alemania, Portugal e Italia son los países desde donde más caminantes han llegado.