La provincia de Albacete vivió este miércoles una de las jornadas más intensas del verano tras la activación de la alerta naranja por lluvias. Las fuertes tormentas descargaron con violencia sobre distintos puntos del territorio, provocando inundaciones, cortes de tráfico y numerosos daños agrícolas, especialmente en las comarcas de Campos de Hellín y la Sierra de Alcaraz. La situación más crítica se vivió en Fuente Álamo, donde se recogieron hasta 65 litros por metro cuadrado. Le siguieron Pozuelo, con 57 litros, y Peñas de San Pedro, con 42. En zonas próximas a la capital, como El Salobral, se acumularon cerca de 30 litros, mientras que en Argamasón, el desbordamiento de la rambla generó complicaciones en caminos y vías de acceso. Afortunadamente, y según confirmó el Ayuntamiento de Albacete a COPE, los trabajos de limpieza preventiva realizados hace apenas cuatro meses evitaron una inundación aún mayor. Aun así, la situación obligó a cortar la carretera AB-518, afectando a los desplazamientos en la zona. En el entorno de Tobarra, la lluvia vino acompañada de granizo y fuertes vientos, afectando especialmente a los olivares y cultivos de verano. También se vieron afectadas explotaciones en el Corredor de Almansa, donde en localidades como Higueruela se superaron los 20 litros por metro cuadrado. Para comprender mejor el alcance de esta nueva tromba de agua, hablamos con Laureano López, agricultor de Fuente Álamo, uno de los municipios más golpeados por el temporal. “La jornada empezó con una tormenta sobre las siete de la tarde, con unos 10 o 12 litros. Parecía una lluvia buena, de las que vienen bien. Pero luego, sobre las tres o cuatro de la madrugada, cayó una tromba muy fuerte, acompañada de granizo en algunas zonas del término”, explica Laureano. Las consecuencias se hicieron notar especialmente en los viñedos, justo en el momento más delicado del ciclo: la maduración del fruto. “La uva está empezando a pintar, a coger color, y muchos granos han resultado agrietados por el golpe del granizo. Eso complica mucho las cosas. Si ahora no mejora el tiempo, las condiciones sanitarias del fruto se deterioran, y eso afecta tanto a la calidad como al rendimiento”, lamenta. Además, Laureano recuerda que esta no es la primera vez que el campo sufre este año: “Ya habíamos tenido ataques de mildiu hace unas semanas, enfermedades que se ven favorecidas por la humedad y el calor. Ahora con esta lluvia y las heridas en el grano, los tratamientos se complican y los costes aumentan”. La realidad del campo albaceteño se está volviendo cada vez más difícil de afrontar. A las largas sequías que reducen la producción y castigan las reservas de agua, se suman episodios cada vez más frecuentes de lluvias torrenciales y granizadas. “Cuando no es una cosa, es otra. O pasamos meses sin una gota, o en cinco minutos se forma una tormenta que arrasa media cosecha”, denuncia Laureano. Otros municipios cercanos, como Pozondo, Tobarra o zonas altas de la sierra, también reportaron daños por granizo y acumulaciones de agua. Según Laureano, “casi todos los agricultores de la zona están igual: preocupados, cansados, y con la incertidumbre de qué vendrá después”. Mientras se valoran los daños y se tramitan partes a los seguros, los agricultores miran al cielo con inquietud. “Esperamos que esta haya sido la última tormenta fuerte del verano. Ahora solo nos queda cuidar lo poco que queda en pie y esperar que el mercado sea justo con lo que saquemos”, añade. El campo necesita soluciones, estabilidad y apoyo. Porque sin agricultores, no hay futuro.