El pueblo en el corazón de Portugal repleto de piscinas naturales

En plena Sierra de la Estrella, Loriga sorprende con su aire alpino, su herencia glacial y unas aguas turquesas que parecen de postal. Si buscas una alternativa refrescante a las playas del sur de Europa, el corazón montañoso de Portugal guarda una joya inesperada: Loriga , un pequeño pueblo enclavado en la Serra da Estrela , el parque natural más extenso del país. Allí, el agua que desciende de los antiguos glaciares ha moldeado piscinas naturales de agua cristalina, encajadas entre laderas de granito, que se han convertido en un secreto bien guardado entre los viajeros que huyen del turismo masivo. Las piscinas naturales de Loriga son conocidas por su entorno espectacular: rodeadas de montañas, con vistas a valles verdes y al sonido de los riachuelos que bajan de las alturas. A diferencia de muchas zonas fluviales del país, aquí la naturaleza se presenta con un aire casi suizo. De hecho, no es raro que se compare este rincón con los paisajes alpinos. El agua, limpia y fría, se mantiene pura gracias a su origen glaciar y al cuidado de los habitantes y visitantes. Estas pozas forman parte del sistema fluvial del río Loriga , que recorre un valle modelado por los hielos en la última glaciación. El resultado es un paisaje abrupto y sereno al mismo tiempo, en el que se han acondicionado varias zonas de baño con accesos fáciles y áreas para picnic. En verano, el lugar es ideal para familias y senderistas que buscan un entorno natural sin artificios, con todas las garantías de conservación. Un pueblo entre montañas que invita a quedarse Pero Loriga no es solo agua. El pueblo, con sus casas blancas de piedra y tejados a dos aguas, mantiene la arquitectura tradicional de montaña, y una fuerte identidad ligada a la ganadería y la industria textil. En sus calles se respira la vida tranquila de la Beira Interior , y en las tabernas aún se sirven platos típicos como la chanfana o el queijo da Serra , el queso de oveja curado que ha dado fama a toda la región. Además de bañarse, los viajeros pueden explorar rutas como la Trilha da Rota da Garganta de Loriga , una caminata de dificultad media que recorre antiguos caminos entre terrazas agrícolas y vistas panorámicas sobre el valle. En invierno, la cercanía a la única estación de esquí de Portugal, situada en la Serra da Estrela, convierte a Loriga también en un destino blanco. El acceso es sencillo: a apenas dos horas y media de Lisboa o a una hora de Coimbra, Loriga se perfila como un destino perfecto para una escapada rural en cualquier época del año. El pueblo cuenta con alojamientos rurales y pequeñas pensiones, ideales para quienes buscan desconexión, aire puro y naturaleza viva. Aunque Loriga aún no es tan conocido como otros enclaves del interior portugués, quienes lo descubren suelen repetir. Porque aquí el tiempo va más lento, el agua baja limpia y las montañas protegen un estilo de vida que cada vez cuesta más encontrar.