Durante años, Jim Carrey (63 años) fue el rostro de una comedia irreverente, salvaje e inimitable. En la década de los 90, revolucionó el género con una gestualidad exagerada, cambios de voz imposibles y un histrionismo desbordante que lo convirtieron en una figura inconfundible del cine comercial. Títulos como 'La máscara' (1994) o 'Dos tontos muy tontos' (1994) marcaron una época y lo catapultaron como uno de los grandes íconos de Hollywood. Sin embargo, lejos de las luces y los focos, la vida del actor canadiense no ha sido siempre una comedia. La muerte en 2015 de Cathriona White, maquilladora irlandesa con la que mantuvo una relación intermitente desde 2012, supuso un antes y un después . White fue hallada sin vida en su apartamento de Los Ángeles, rodeada de pastillas y una nota en la que mencionaba su ruptura con Carrey. Las autoridades confirmaron entonces que se trataba de un fallecimiento por sobredosis. Desde entonces, Carrey comenzó a alejarse poco a poco de la industria del cine. Encontró en la pintura, una afición que hasta entonces había cultivado de forma privada, un canal para expresar una visión del mundo marcada por la desilusión, el dolor y la crítica social. Su estilo, intenso y directo, reflejaba la transformación interna que estaba viviendo. En septiembre de 2017, en una entrevista concedida al Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), el actor ofreció una de sus reflexiones más profundas sobre la identidad y la salud mental: « No existo. Todo son personajes que he interpretado, incluyendo a Jim Carrey, incluyendo a Joel Barish, incluyendo cualquiera de esas cosas. Todos son personajes », dijo. Y añadió:«Jim Carrey fue un personaje menos intencional porque pensé que solo estaba construyendo algo que le gustaría a la gente, pero yo era un personaje » Ese mismo año, también compartió una definición que ha resonado con miles de personas en todo el mundo: «La diferencia entre la depresión y la tristeza es que la tristeza es simplemente lo que sea que te haya sucedido, dolor o lo que sea. Y la depresión es tu cuerpo diciendo: 'Jódete. Ya no quiero ser este personaje. No quiero sostener el avatar que has creado en el mundo. Es demasiado para mí'». Según explicó entonces, el maestro espiritual Jeff Foster, a quien cita como una de sus influencias, le ayudó a ver la depresión desde otro ángulo: «Hay que pensar en la depresión como un descanso profundo del personaje que has estado intentando interpretar». Desde ese proceso de introspección, Carrey ha apostado por un estilo de vida más simple y centrado en el bienestar emocional. Alejado de los rodajes, ahora dedica su tiempo a la meditación, la espiritualidad y el arte. En su cuenta de Instagram, el actor ha compartido reflexiones como esta: «Entré en la gran gala de la vida, solo para darme cuenta de que yo era el mago en medio de los trucos, no el público. Dejé el disfraz, presenté mi verdadera cara. ¿El aplauso? Una sinfonía de autoaceptación. Vamos a conjurar nuestro verdadero yo en este espectáculo». Y continúa con un mensaje que resume su nuevo enfoque vital: «Tómate un momento hoy para cambiar la atención de tu mente a tu corazón. Reduce tu respiración, escucha el latido y siente las emociones». Jim Carrey, quien alguna vez pareció encarnar la despreocupación absoluta en pantalla, es ahora una voz que defiende el valor de la autenticidad, la vulnerabilidad y el descanso. Ha logrado despojarse del personaje que construyó durante décadas para mostrar, por fin, su verdadero yo. Y en ese gesto de valentía, ha conseguido no solo reencontrarse consigo mismo, sino también inspirar a miles de personas que atraviesan por lo mismo.