La hermandad de la Lanzada celebrará un besamanos extraordinario a la Virgen del Buen Fin el próximo 15 de agosto, coincidiendo con la festividad de la Asunción de la Virgen, con motivo de la conmemoración del 75 aniversario de la proclamación del dogma por el Papa Pío XII en 1950. En la víspera de la fiesta, el 14 de agosto, habrá un pasacalles con la agrupación juvenil Virgen del Rocío de la hermandad de la Redención, formación recién renovada en la Lanzada para hacer música en la cruz de guía de la cofradía en la jornada del Miércoles Santo hasta la iglesia de San Martín. Seguidamente, en el interior del templo, habrá una meditación ante la Virgen del Buen Fin, dando paso al besamanos de la dolorosa hasta el cierre, un culto que se prolongará hasta la mañana del 15 de agosto. La advocación de Nuestra Señora del Buen Fin, aunque no demasiado extendida en España, posee uno de los orígenes más antiguos entre las distintas denominaciones marianas de la Santísima Virgen. Su origen se remonta al siglo IV en Salperwick, una localidad situada en la actual región de Calais (Francia), que en aquella época pertenecía a Flandes. Allí se erigió un santuario en honor de la Virgen María bajo la advocación de Notre Dame du Bonne Fin. A pesar de que el santuario fue destruido en el siglo VI por las invasiones normandas, la devoción a Santa María del Buen Fin perduró en la zona durante siglos. Ya en el siglo XVI se levantó un nuevo santuario en Salperwick que aún se conserva, y desde allí la devoción se extendió por Calais, Normandía y Flandes, donde llegaron a construirse diversas iglesias, ermitas y santuarios dedicados a la Señora del Buen Fin. Posteriormente, la advocación se difundió también por España y el continente americano, especialmente en México y Argentina. Aunque en la actualidad esta advocación se interpreta comúnmente como la mediación de la Virgen María para conceder a quienes a Ella se encomiendan un «buen fin» en la vida terrenal y la consecución de la salvación eterna, este no es su sentido original. En realidad, el nombre de «Buen Fin» hace referencia al culmen de la vida terrenal de la Virgen María, que tuvo como glorioso desenlace su Asunción en cuerpo y alma a los Cielos. Por esta razón, la festividad de Nuestra Señora del Buen Fin se celebra tradicionalmente el 15 de agosto, coincidiendo con la Solemnidad de la Asunción de la Virgen. Esta fecha marca también la celebración principal en su santuario de Salperwick, el lugar más antiguo de su veneración, y es igualmente conmemorada en otros enclaves de antigua devoción. En el año 1642, en el sevillano barrio de la Feria, existía una hermandad de gloria bajo esta advocación que decidió fusionarse con la cofradía penitencial de Guía y Lanzada, fundada en 1595. De esa unión nació la actual Hermandad de la Sagrada Lanzada y Nuestra Señora del Buen Fin, cuya primera sede canónica fue el convento de San Basilio en Sevilla, manteniéndose viva hasta nuestros días. La iconografía de Nuestra Señora del Buen Fin suele representarla de pie, sosteniendo al Niño Jesús en uno de sus brazos, ya sea en pintura o en escultura.