Cada vez hay menos espacio en Gaza para los palestinos. El 88% de la Franja está sometido a órdenes de desplazamiento o bajo control militar israelí. Según Naciones Unidas, en e 12% de territorio restante sobreviven 2,1 millones de gazatíes hacinados. Los servicios esenciales han colapsado y la ayuda humanitaria a penas llega. Desde Gaza se denuncia como Israel prohíbe la entrada de la ayuda enviada por organizaciones como Programa Mundial de Alimentos. A penas queda un lugar seguro en la franja. Desde que empezó la guerra hasta ahora el territorio ha quedado prácticamente destruido. Durante el 2023 la capital, situada en el norte y las ciudades cercanas a la frontera fueron las primeras en recibir los ataques de Israel. Los habitantes de las primeras zonas bombardeadas huyeron al sur, donde empezaron las ofensivas israelíes aéreas. Durante el 2024 Jan Yunis, a 25 kilómetros al sur de Gaza y la zona de Rafah, al sur del territorio y frontera con Egipto, fueron las más afectadas, dejando más de la mitad de los edificio destruidos. Las infraestructuras están en un punto crítico. Según informes de Naciones Unidas el 92% de los edificios residenciales han sido destruidos o dañados en Gaza. Más del 80% de las infraestructuras necesarias para el saneamiento y abastecimiento de agua también han sido derribadas parcial o totalmente. Desde que terminó el acuerdo de alto el fuego entre Hamás e Israel, se ha podido ver a las Fuerzas de Defensa israelíes demoliendo al menos 40 lugares distintos, algunos ni siquiera habían sido dañados durante los bombardeos. Ni las escuelas ni los edificios municipales se han salvado de este destino. Todo esto supone un ataque al derecho internacional como asegura a COPE Najib Abu Warda, palestino y experto en Relaciones Internacionles. “Se está violando la Convención de Ginebra que obliga a la potencia ocupante a no alterar ni la situación geográfica ni demográfica”, explica. Por su parte, Israel justifica sus acciones en el derecho internacional de ser una acción militar necesaria. Uno de los núcleos cruciales y que no había sido atacado desde el comienzo de la guerra, hace casi tres años, ha confirmado al menos tres víctimas mortales a causa de ataques terrestres y aéreos. La ciudad, Deir al Balah, situada en el centro del enclave palestino, ya había recibido por parte del ejercito israelí avisos sobre los futuros ataques a la ciudad. Deir al Balah era una de las pocas zonas seguras que quedaban, contaba con centros médicos y plantas de agua. También era un lugar al que los palestinos acudían para recibir ayuda de parte de las agencias humanitarias. Además, las escasas zonas autorizadas por Israel para recibir ayuda por parte de asociaciones como Programa Mundial de Alimentos, han sido víctimas de tiroteos en numerosas ocasiones. En las últimas seis semanas Naciones Unidas ha contabilizado 798 asesinatos en o cerca de puntos de asistencia humanitaria. El campamento Al Mawasi, al sur de Gaza y donde residen miles de palestinos desplazados y viven en tiendas de campaña, es un objetivo habitual para Israel desde que decidió romper unilateralmente el alto el fuego. Desde que empezó la guerra, el total de palestinos asesinados asciende a más de 59.000. En total, hasta el 90% de la población ha sido desplazada a causa de la ofensiva israelí. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, comunicó la intención del gobierno de Netanyahu de crear una “ciudad humanitaria” en la zona de Rafah, ahora en ruinas. En la ciudad se pretende confinar a 600.000 palestinos sin opción de salida. Antes de la entrada a esta ciudad todos pasarán por un minucioso registro por parte de los soldados israelíes para impedir la entrada de armas. Aunque, como advierte Najib, a veces el objetivo no es tanto la reconstrucción o la acción humanitaria, sino “que el objetivo es más complejo” ya que hay muchos intereses estratégicos en la zona. “Parece que el objetivo es más diseñar un Oriente Medio distinto al que conocemos, sometido a una hegemonía norteamericana, desplazando otras potencias como la Unión Europea, Rusia o China”, afirma. Katz también avisó que la intención es fomentar la emigración palestina voluntaria. Najib al hablar sobre sus familiares en Palestina comenta que “resisten y no tienen por qué renunciar a la resistencia” porque “ninguna bomba nuclear puede destruir una identidad nacional tan fuerte”. Desde Europa se negoció con Israel la apertura de más pasos fronterizos con el objetivo de que la ayuda llegue a Gaza. Esta semana, 25 países como España, Japón o Canadá han firmado un acuerdo donde exigían un alto al fuego inmediato en Gaza. Un acuerdo que denota voluntad política de la comunidad internacional, pero como avisa el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad San Pablo CEU, Antonio Alonso, “la llave” para que cualquier decisión salga adelante “la tiene Israel”.