Cuando pasó lo de Perejil yo aún era idiota. Dos años después de aquello, tras los atentados del 11M, yo sería uno de esos energúmenos que fueron a las sedes del PP a gritar «vosotros, fascistas, sois los terroristas», con un nivel intelectual como de abajofirmante recogiendo un Goya. Antes, los abajofirmantes cantaban «solo le pido a Dios que el engaño no me sea indiferente. Si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden fácilmente». Hoy, en un curioso giro de los acontecimientos, a los abajofirmantes el engaño no solo les resulta indiferente, sino pertinente. Tanto que se ponen de parte del traidor y les dicen a 'esos cuantos' que no sean fachas. Quizá por... Ver Más