Doscientas personas o bastantes más se reunieron ayer en un comedor para agradecer al doctor Antonio Server su entrega y dedicación por la sanidad pública: más por las personas. Por sus hábitos y su generosidad, siempre desinteresadas. Sus amigos, conocidos y colegas dicen que tiene un corazón de oro. Ayer cumplió setenta primaveras y se jubiló. A la cita arribaron amistades, colegas, hosteleros, militares y empresarios. El patio del restaurante olía a azahar y se notaba el placer del cariño. Este personaje entrañable ha recorrido más de medio mundo con una cámara fotográfica colgada del hombro.