Los secretos de verano de la Casa de Alba: de las playas de Ibiza a las tertulias literarias en Extremadura

Cada verano, las vacaciones de la Casa de Alba son una mezcla de historia, tradición y lujo que han ido forjando el aura de la familia más emblemática de la aristocracia de España. Desde Cayetana Fitz-James Stuart, la irrepetible XVIII duquesa de Alba, hasta sus seis hijos y la generación actual, las vacaciones han sido siempre un tiempo de reencuentros, festividades y escapadas marcadas por los palacios, las fincas y el vasto patrimonio familiar. Cayetana, conocida por su espíritu indómito y su amor por Andalucía, huía en verano al Palacio de Las Dueñas en Sevilla . testigo de muchas veladas flamencas. También visitaba la cercana finca de Las Arroyuelas donde, lejos de las cámaras, disfrutaba con su pasión por los caballos. Se dice que llegó a montar con tacones, una excentricidad que marcaba su carácter poco convencional. Además, la finca La Pizana, cerca de Córdoba, era otro refugio donde pasaba temporadas rodeada de olivos. Allí se recogía con sus hijos y participaba en actividades que rompían con el protocolo, como recoger las aceitunas o preparar gazpacho con la familia . En Marbella disponía de una casa a pie de playa, Las Cañas, en la que disfrutaba de las vistas al mar y de los atardeceres . Sentada en el diván de ese lugar privilegiado, contaba que pasó 'los ratos más agradables de mi vida'. En Ibiza también tenía el Mediterráneo a sus pies, gracias a S' Aufabaguera (en ibicenco sería 'La Albahaca'), de estilo moderno y bohemio. Pero cuando el calor apretaba, la duquesa se mudaba a San Sebastián, donde disponía del Palacio de Abaizenea, de 20.000 metros cuadrados. De sus seis hijos, el primogénito Carlos Fitz-James Stuart, actual duque de Alba, ha mantenido el respeto por la tradición, pero con un perfil mucho más discreto que su madre. Sus veranos se reparten entre La Pizana y algunas estancias en Mallorca, donde disfruta con tranquilidad de la naturaleza. Carlos es conocido por sus paseos matutinos a caballo y por su afición a la lectura , una costumbre que mantiene en sus vacaciones. A diferencia de su madre, prefiere alojarse en casas modestas dentro de las fincas, lejos de los grandes palacios, para pasar un verano más sencillo y familiar. Alfonso Martínez de Irujo, duque de Aliaga y segundo hijo, fue un habitual de Marbella durante los años 80 y 90, donde se le veía frecuentar regatas y eventos náuticos. Su pasión por el mar lo llevó a organizar algunas regatas benéficas en Sotogrande, y no era raro que sus veranos incluyeran una estancia en el puerto deportivo, donde podía pasar horas entre barcos y amigos. Su vida personal, marcada por relaciones mediáticas, a menudo se reflejaba en sus vacaciones, que a veces estuvieron salpicadas de encuentros con artistas y personajes del jet set internacional. Jacobo Fitz-James Stuart, conde de Siruela, siempre ha tenido un verano más intelectual. Fundador de la editorial Atalanta, prefirió Extremadura para desconectar . En su finca de Malpartida, de 4.000 hectáreas, rodeada de encinas y de la naturaleza silenciosa de Cáceres, organizaba encuentros con escritores y poetas. Se cuentan anécdotas de sus tertulias veraniegas donde la literatura y el vino eran protagonistas, y donde él solía hacer bromas sobre la nobleza y sus excentricidades, mostrando un humor menos solemne que el esperado. Junto a su esposa, Inka Martí, alterna el campo con la masía de Villaür, en el Alto Ampurdán (Girona). Fernando Martínez de Irujo, marqués de San Vicente del Barco, siempre ha sido menos conocido pero muy respetado en la familia. Sus vacaciones han girado en torno a la vida religiosa y a las tradiciones familiares. Se sabe que disfrutaba especialmente de las romerías y de las procesiones locales . Ha heredado Las Cañas, en Marbella, donde se reúne con sus hijas, María Mercedes y María Sofía, así como sus hermanos y primos. Cayetano Martínez de Irujo, jinete olímpico y el más mediático después de Carlos, combinaba en verano su amor por la competición ecuestre con fiestas y escapadas a lugares de moda. En Ibiza era frecuente verlo en fiestas privadas, pero también en momentos más íntimos en su finca de Sanlúcar de Barrameda, donde se le recuerda organizando parrilladas. Su relación con su madre fue intensa y complicada, pero en verano solían compartir paseos a caballo o visitas a plazas de toros andaluzas . Ahora reparte sus vacaciones entre Carmona (su finca Las Arroyuelas, conocida como 'el buque insignia del patrimonio agrícola' de la Casa de Alba, tiene 1.400 hectáreas), Bujalance (El Hierro) y el Palacio de Abaizenea en San Sebastián. Eugenia Martínez de Irujo, la menor y duquesa de Montoro, ha llevado una vida veraniega que mezcla el glamour y la sencillez. Conocida por su personalidad abierta y alegre, sus veranos en Marbella o en la finca familiar de Jaén eran famosos por la presencia de amigos del mundo de la música y el arte. En los 90, su matrimonio con Fran Rivera convirtió sus vacaciones en foco de atención mediática, con portadas y reportajes sobre sus destinos. Hoy, alejada del salseo, disfruta con su hija Cayetana y su marido de viajes culturales a París o Florencia. Ha heredado S'Aufabaguera, su residencia ibicenca, que combina con estancias en su finca La Pizana, rodeada de campos de trigo y olivar. En la siguiente generación, Fernando Fitz-James Stuart, duque de Huéscar, hijo de Carlos, ha apostado por un verano más discreto y familiar. Casado con Sofía Palazuelo, suelen pasar las temporadas de descanso en Mallorca o en La Pizana , intentando dar a sus hijas una infancia alejada de la prensa. Una de sus tradiciones es el paseo vespertino por los jardines de Las Dueñas, donde el duque recuerda historias contadas por su madre y bisabuela. Fernando ha heredado la afición por la poesía y la literatura, y a menudo en verano organiza pequeñas lecturas privadas para amigos y familiares.