En la afamada obra de teatro de Fernando Fernán Gómez, Las bicicletas son para el verano, ambientado su inicio en el verano madrileño de 1936, el deseo infantil del joven protagonista Luisito de recibir una bicicleta se pospone más de lo previsto con motivo del estallido de la Guerra Civil. En la actualidad, y ya desde hace demasiados años, cada verano otros objetivos son pospuestos de manera aparentemente indefinida.