En países de todo el mundo capitalista, los movimientos sindicales se ven confrontados en su esencia misma por el crecimiento de movimientos de masas populistas y neofascistas. Lo que vuelve especialmente peligrosa esta situación es que los sindicatos y sus partidarios se enfrentan no sólo a líderes maniáticos o incluso juntas militares, sino a un alineamiento político cada vez más poderoso entre segmentos de la clase capitalista y esos mismos movimientos sociales de derecha.