El fallecimiento del periodista cultural Huemanzin Rodríguez (1974-2025), anunciado el 21 de agosto, fue recibido con sorpresa y pesar por colegas, amigos e instituciones culturales, que manifestaron su sentir en cientos de mensajes en redes sociales que reconocían su talento.Incluso, un grupo de periodistas pidió a Claudia Curiel de Icaza, secretaria de Cultura del Gobierno de México, que se le otorgue la Presea Cervantina, del Festival Internacional Cervantino, de forma póstuma pues Hueman, como era conocido, acudió durante años a la cobertura del evento por parte de Canal 22, su casa.¿Cómo fueron los inicios de Huemanzin Rodríguez en televisión?Compañeros de él en esa televisora pública cuentan a MILENIO sobre su trabajo ahí, donde se gestó una carrera profesional que le ha valido el reconocimiento espontáneo de muchos colegas, que lo consideran un referente en el periodismo cultural mexicano, como publicaron en redes, algo inusitado en los medios de comunicación.“El día que llegó a Canal 22 tuve la fortuna de saludarlo y ver en lo que se había convertido aquel niño latoso del programa Pequeños viajeros (Imevisión), que disfrutaba con arrojarnos cacahuates para no dejarnos dormir, aquel que siempre fue responsable y estaba dispuesto a grabar sin importar que fuera muy temprano o muy tarde. Ahora tenía enfrente a un joven que irradiaba voluntad, que tenía ansias por enfrentarse y sobresalir en el mundo laboral”, recuerda Raúl Maldonado, productor en ambas televisoras.Con él coincide Luis de la Hidalga, productor de noticiarios del 22 y de Pequeños viajeros, el programa de la televisora pública Imevisión en el que Huemanzin debutó en los años 80. “La idea era conocer la República a través de los niños. Lo primero fue un casting y uno de los técnicos recomendó a Huemanzin, que era su vecino. Inmediatamente reconocías su talento, tenía una memoria impresionante y trabajar con él era una delicia porque no tenía problema para aprenderse el guion, reinterpretarlo y decirlo de forma natural. Con él se contaba siempre, tenía más capacidad y estaba dispuesto todo el tiempo”.De la Hidalga enfatiza en que Hueman nunca dejó la escuela. Su familia hablaba con los maestros y pudo cumplir con sus tareas y exámenes. En esa época tenía ocho años y destacó en los dos y medio que duró el programa: “Poco a poco, por su capacidad, por su interés, por su talento, se quedó como el conductor titular de Pequeños viajeros”.¿Qué tan tenaz era?La serie semanal concluyó pero no el deseo de Huemanzin de ser periodista. Su educación como tal la llevó a cabo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. “Destacó en la Facultad junto con otros compañeros de su generación porque hicieron una revista estudiantil llamada Tierra prometida. Huemanzin tenía muy claro que quería ser periodista, y buscó la oportunidad de trabajar en el 22, un canal que lo inspiraba y con el que quería colaborar. Llegó a la televisora incluso antes de concluir sus estudios, porque esa era su verdadera pasión”, dice Verónica López, su amiga desde que estudiaron juntos y jefa de Planeación e Información de Noticias 22 durante casi 20 años.De la Hidalga recuerda que en esa nueva etapa de su vida fue a buscarlo: “Me dijo que quería trabajar ahí. En un principio fue un difícil que se incorporara porque había dos áreas, Producción e Información, conformada por intelectuales con su equipo de periodistas; estaban muy integrados pero yo empujé un poquito”.El productor relata que Huemanzin no cobraba y que le decían que acompañara a los reporteros. Poco a poco se fue integrando y sustituyendo cuando alguien faltaba “hasta convertirse en el reportero cultural”.Carolina Solís, coordinadora de producción de noticias en esa época, concuerda con De la Hidalga: “Un día, haciendo el recuento de la historia del origen del noticiero, tuve la oportunidad de preguntarle a Hueman cómo había llegado y esto me dijo: ‘Vi Noticias 22 y me aparecí en los Estudios Churubusco para buscar trabajo, hace casi 30 años. La primera persona que encontré fue a mi querido Raúl Maldonado, quien había sido asistente de producción en el programa que hice de niño. Me dijo que fuera con Luis de la Hidalga, al siguiente día lo vi’”.Haciendo escuela“Huemanzin poseía muchas fortalezas profesionales: dibujaba, escribía, hacía foto, realizaba y conducía programas. Era un clavadazo y tenía don de gentes, o como hoy le dicen, inteligencia emocional, lo que le permitía trabajar, fluir y vincularse con la gente de manera asertiva y constructiva”. Solís dice que en un medio donde la competencia y los egos a veces echan por la borda el mejor proyecto, “Huemanzin salía adelante y sumaba horas en pantalla y proyectos donde le llamaban. Todo el mundo quería trabajar con él”.Fernando Navarro, productor en el Canal, dice era un periodista de amplia gama, un todo terreno: “Quizá por ahí sea su legado: su vastísima cultura, su gusto por devorar libros, su amor por el cine y en general por la imagen, lo hacían muy competente para abordar cualquier tema o entrevista casi a la par que un especialista”. “Huemanzin como reportero hizo escuela con su forma de abordar la información. Hizo que música, pintura, cine, teatro, literatura, fotografía, danza no nos parecieran ajenos y pudiéramos entender y adentrarnos en el mundo de las artes de forma sencilla y con mucha curiosidad”, comenta Elizabeth Moreno, jefa de Videoteca y Archivo, quien, como él, llegó al Canal siendo estudiante.Moreno resalta que su compañero hacía historias de compañías renombradas y grupos independientes por igual, “y buscaba la belleza en los lugares menos esperados, hizo reportajes en muchos países y también en la Central de Abasto o en una fábrica de maniquíes; en todo lo que lo rodeaba encontraba una historia por compartir”.“Su influencia en el periodismo es tan grande e importante como la que sembró entre sus amigos y colegas, pues todo en él fue generado desde su centro, de sus pasiones, desde su corazón”, dice Omar Ramirez, quien fue parte del armado de esas historias visuales para los noticiarios como investigador iconográfico en Canal 22.López agrega que también se tomaba el tiempo para orientar a los demás, “sobre todo a los jóvenes: a los de servicio social, a pasantes, o a estudiantes que lo buscaban para entrevistarlo sobre el oficio periodístico o sobre cualquier otro tema, como el cine o la música. Nunca les cerró la puerta, siempre estaba dispuesto a escuchar, dar consejos y compartir su experiencia”.“El legado de Huemanzin es la construcción de su propio personaje, con inteligencia, trabajo y tenacidad”, concluye De la Hidalga.hc