La Tremenda Corte

No, querido lector, no me refiero al exitoso programa de radio en el que un timador torpe y al mismo tiempo astuto, sus víctimas y un juez —que intentaba impartir justicia sin éxito—, se burlaban de la burocracia y el poder a través de la comedia. Acotación para los centennials : el programa se llamaba La Tremenda Corte y se transmitió en Cuba de 1942 a 1961; con repeticiones en varios países, entre ellos México. Y sus personajes Tres Patines, Nananina, Rudecindo y el juez divertían con sus problemas —todos sacados de la realidad—, en un juzgado lleno de enredos y engaños. La Tremenda Corte era cosa de risa, pero la nueva Corte, la mexicana, la que rinde protesta mañana y es producto de la elección judicial es cosa seria. Se presume un hecho histórico, inédito, una Corte del pueblo, elegida por el pueblo —bueno, por los pocos que acudieron a las urnas—, que deberá demostrar que valió la pena el aferre de ya saben quién, digo, que valió la pena la reforma judicial, producto no del consenso ciudadano, sino del mayoriteo oficialista. Los ministros, magistrados y jueces de esta nueva tremenda Corte (léase Poder Judicial), tienen el reto y compromiso de actuar como garantes de derechos, con plena independencia de poderes políticos y de construir su propia legitimidad. Deberán conducirse con ética, a favor de las y los mexicanos, priorizando los derechos humanos, la justicia social y la equidad estructural, por encima de cualquier interés económico, corporativo y político. Tendrán que evitar y eliminar todo aquello que condenaron: rezago, nepotismo, privilegios, salarios altos y corrupción. Este nuevo Poder Judicial, ¿cómo quiere ser recordado? ¿Cómo un apéndice del Poder Ejecutivo, producto de un nuevo tipo de fraude electoral llamado  acordeón? o, ¿buscará honrar y aplicar su esencia: la justicia sin dilación, favoritismo, corrupción ni trampas. ¿Habrá una segunda edición de jueces que fabricarán expedientes y presuntos culpables? El reto que tienen es trascendental como las sentencias en favor de los grupos vulnerables que legaron los que se van y los que estuvieron antes. Por ejemplo: La Corte protegió el derecho a la educación de las personas con autismo, al establecer que no es la escuela especial, sino la escuela ordinaria con orientación inclusiva la medida más eficaz para combatir las actitudes discriminatorias. Protegió a los niños, niñas y adolescentes contra el matrimonio infantil. Estableció 18 años como edad mínima para contraer matrimonio. Garantizó el interés superior de la infancia al restringir la salida del país a personas deudoras alimentarias. Estableció que la objeción de conciencia en ninguna circunstancia puede tener como resultado la denegación de los servicios de salud, secuelas o discapacidades. Garantizó la igualdad entre cónyuges al determinar la procedencia de una indemnización económica de hasta 50% de los bienes adquiridos durante el matrimonio, celebrado bajo el régimen de separación de bienes, en favor de quien se dedicó preponderantemente al hogar y a la crianza de hijas e hijos, aun cuando la legislación local no lo prevea. Protegió a una mujer contra la violencia obstétrica, ya que se le practicó una esterilización no consentida, pues su “consentimiento” no fue previo, pleno, libre ni informado, al recabarse en un ambiente de estrés, amenazas e intimidación durante la labor de parto. La Corte garantizó el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia al considerar constitucional el delito de feminicidio previsto en el Código Penal de Morelos. Amparó a una persona con parálisis cerebral severa y en condiciones de pobreza y marginación que fue víctima de violación sexual cuando era niña, a quien el director de un hospital de Chiapas, le negó practicarle un aborto producto del delito, por encontrarse fuera del plazo de 90 días después de la concepción. Estas son las sentencias que le hacen justicia a las familias mexicanas y que le devuelven la confianza en las instituciones. (Le recomiendo el texto de mi compañera Ivonne Melgar publicado el 30 de mayo en Excélsior sobre el legado de la Corte). Pero falta un largo camino para frenar la impunidad y los delitos de acto impacto que generan violencia y le quitan la paz y la seguridad al pueblo. Tremendo reto para la tremenda Corte. Columnista: Fabiola Guarneros Saavedra Imágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0