Cada invierno, en la montaña navarra, tienen lugar una serie de mascaradas que esconden raíces ancestrales, profundamente atávicas, que se difuminan entre las actuales celebraciones carnavaleras. Muchas de ellas son muy conocidas y atraen a cientos de visitantes: los Ioaldunak de Ituren y Zubieta, el Hartza de Arizkun, los Momotxorroak de Altsasu o la que hoy nos ha llamado la atención: Miel Otxin, en Lantz.