Del cielo de Durango cayó su nombre: ‘El Mayito Flaco’, el heredero invisible del ‘Mayo’ Zambada

DOMINGA.– Objetos extraños volaron por el cielo de Durango. Ocurrió el martes 26 de agosto de 2025, cerca de las nueve de la mañana, cuando una aeronave sobrevoló a baja altura la capital del estado y, de pronto, dejó caer cientos de volantes. Una lluvia de papel impreso en blanco y negro cayó en la zona centro de Victoria de Durango, mientras los negocios locales aún se desmañanaban.Pocos medios de comunicación nacional reportaron ese hecho. Tal vez porque los policías acordonaron de inmediato la zona, desde la catedral de la Inmaculada Concepción hasta el templo de San Juan Bautista de Analco, para confiscarlos. Pero eran cientos y volaron hacia tantas direcciones que fue imposible decomisar todos. Algunos volantes quedaron en las azoteas de negocios, otros en las copas de los árboles y algunos más en los patios de las casas coloniales.#Durango ????️| Como si se tratase de #Culiacán, usuarios en #RRSS señalan que una aeronave arrojó volantes en el Centro de la ciudad y en otras zonas. Esto, a pocos días del Tercer informe de gobierno de @EVillegasV. pic.twitter.com/UHHUPvgFPG— Zoé (@citlazoe) August 26, 2025 Varios vecinos les tomaron fotos y las subieron a las redes sociales. Eran los siguientes objetivos de los hijos de El Chapo en su guerra contra La Mayiza, la facción que honra a Ismael Zambada García. “Durango, el narcoestado fallecido del que nadie habla” se titulaban las copias fotostáticas lanzadas por el cielo.Contenían 32 fichas de presuntos colaboradores de El Mayo, hoy preso en Estados Unidos y culpable confeso de cofundar el Cártel de Sinaloa. Las primeras 31 fichas se integraban de nombres conocidos para quienes viven en el noroeste mexicano: gobernadores, senadores, diputadas, militares, policías y criminales temidos, como los hermanosCabrera Sarabia. Pero la ficha 32 era la más relevante. Venía en un espacio aparte en esas hojas de media carta: ahí estaba el líder de todos esos poderosos, de quien dicen las agencias de seguridad de Estados Unidos que es el patrón de hombres y mujeres sentados en curules, con uniformes militares o cobrando en palacios legislativos. Tiene apenas 43 años y heredó el trono de su padre: Ismael Zambada Sicairos, El Mayito Flaco, el hombre a cargo de esta guerra.Y para que no quede duda que aprendió bien del padre, la imagen del volante es una fotografía vieja, desactualizada, que probablemente ya no lo representa tras cambios de peso o incluso cirugías. Discreto y de bajo perfil, aprendió a ser esquivo de las cámaras indiscretas. Pocos saben cómo luce hoy, al igual que pocas personas sabían cómo lucía el padre hasta que fue entregado a Estados Unidos, el 25 de julio pasado. Negociador pero duro, sanguinario y respetado, dicen quienes lo han conocido.Al Mayo Zambada García se lo llevaron del país y no volverá. Pero su hijo, su escuela y su manera de hacer negocios siguen recorriendo México como un fantasma que se rehúsa a desaparecer.Pocas certezas sobre el hijo de El Mayoque sigue en pie en MéxicoIsmael Zambada García tiene muchas versiones de sí mismo. A veces, se hacía llamar Gerónimo López Landeros o Jesús Loaiza Avendaño o Ismael Higuera Rentería. A ratos se presentaba como ganadero, luego como empresario y a veces como administrador de ranchos. Así obtuvo hasta ocho fechas de nacimiento que iban desde 1927 hasta 1956. Nadie sabe –ni la DEA– si la fecha que ha elegido para firmar su acuerdo de culpabilidad es la correcta. Su identidad dependía del humor con el que se levantaba en la Sierra Madre Occidental para administrar la que alguna vez fue la empresa criminal más grande del mundo, el Cártel de Sinaloa.A veces decía, como le dijo al periodista Julio Scherer, que mantenía cinco mujeres al mismo tiempo; otras, repetía que sólo tenía una esposa pero distintas amantes, como Rosalinda, Dora Alicia, Leticia, María del Refugio, Margarita Imperial o Ana María. Sólo él sabe cuántos nietos y nietas realmente tiene, en Sinaloa hay decenas que dicen llevar un poco de su sangre en las venas; y tampoco hay certeza en su biografía sobre el tamaño de su prole.Entre los pocos datos fehacientes, se sabe que tuvo cuatro hijos que compitieron por su corona, creando el mito de que El Mayo sólo dejaría el poder criminal con una muerte natural en su querido Álamo, la sindicatura de Costa Rica, en el municipio de Culiacán, Sinaloa. Sin embargo, uno a uno cayeron en manos de las autoridades, una suerte indigna para cualquier hijo del legendario capo: Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, detenido en 2009; Serafín Zambada Ortiz, El Sera, arrestado en 2013; Ismael Zambada Imperial, El Mayito Gordo, corrió con la misma mala fortuna un año después.Sólo quedó en pie El Mayito Flaco. El único que no ha sido detenido y que podría continuar el legado del jamás alcanzado. El hijo que aprendió la mejor técnica de supervivencia del padre: el anonimato. Hasta hoy, tampoco hay certeza de su fecha de nacimiento. Las agencias estadounidenses como el FBI y la DEA, y hasta Wikipedia, sólo consignan el año en que nació en Sinaloa, 1982. Su estatura es un misterio, igual que su peso y hasta vello facial.Es una sombra de la que se sabe, apenas, que se formó en las filas de un viejo narco llamado Alfonso Limón Sánchez, quien le enseñó desde muy joven cómo se movía la droga de estado a estado. Al cumplir 18 años, su familia le regaló su primer cargamento de cocaína para que se estrenara en el envío de drogas hacia Estados Unidos y eligió el estado de California como su lugar de coronación. Ahí mismo, en 2013, la Corte Federal del Distrito Sur lo acusó de conspirar para distribuir e importar drogas y lo fichó como fugitivo. Lejos de preocuparse por los cargos en su contra, los festejó como una graduación para convertirse en un capo internacional.A diferencia de sus archienemigos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, El Mayito Flaco no acude a antros, restaurantes o encuentros en zonas urbanas. Aprendió de su padre que el monte es la salvación. Para no ser detenido hay que memorizar ramajes, arroyos, cuevas. Bajar la cabeza, caminar en silencio, salirse del estruendo. Y ha elegido Durango como su centro de operaciones, tal y como lo expuso La Chapiza con los volantes que dejó caer de una aeronave. Con ese acto se cumplió la profecía del padre, quien hace 15 años lo advirtió a la revista Proceso: “La tierra siempre es buena, el cielo no”.Las enseñanzas del Mayo: ir por la sombra y crear alianzasEl Mayo morirá en prisión pero La Mayiza sigue viva en las calles. Ese es su legado, su escuela. Y el director es Zambada Sicairos, quien comanda una tropa de entre mil 500 y 3 mil pistoleros, según cálculos del gabinete federal de seguridad. Están integrados por distintos brazos armados: unos son Los Mayitos Flacos, Las Fuerzas Especiales Avendaño, La Gente del Mayo, La Gente del Flaco, La Sombreriza, Los Ántrax, La Gente del P1, Los Rusos,Los Rugrats, Los Venados, La Cabreriza y Los Flechas MZ, entre sus grupos más destacados. Cada uno se divide por comandantes y zonas pero todos responden al hijo predilecto del Mayo Zambada.El último grupo, Los Flechas MZ, son quienes mejor han aprendido del maestro la lección más importante: la paciencia. El Mayo sobrevivió a todos los capos de su generación no porque disparara más rápido, sino porque supo esperar el momento indicado para actuar o replegarse. Esas lecciones las llevan en el nombre: se dicen flechas por silenciosas, mortales y discretas. Las cualidades que le dieron a Zambada García cinco décadas de operación ininterrumpida.Otra enseñanza de esa escuela maldita es la discreción. Mientras otros cárteles convirtieron las calles en vitrinas de armas y camionetas blindadas, La Mayiza, inspirada en el estilo del patriarca, se mueve en las sombras. Los jefes de plaza que son sorprendidos en excesos son asesinados; sus guardaespaldas deben guardar siempre la compostura y cubrirse con la sierra, tal como lo hizo durante décadas. También entendieron que la calidad de las alianzas es indispensable. Junto al Chapo, El Mayo tuvo la audacia de soñar con un gran sindicato de narcotraficantes por todo el país que respodieran a ellos pagando una especie de membresía. En 2001 le llamaron La Federación, un sueño roto por los egos de los capos michoacanos, chihuahuenses y tamaulipecos que no querían someterse a las directrices de Sinaloa.Ahora, El Mayito Flaco sigue esa tradición de crear grandes alianzas: en cuanto comenzó la guerra se plegó a la familia de Dámaso López y también forjó una alianza con el Cártel de Guasave, liderado por El Chapo Isidro. Al mismo tiempo consolidó sus tratos con la familia Cabrera Sarabia, con el viejo clan Limón y hermanos de larga data criminal como los Arzate. La lealtad es exigida, no pedida.La Mayiza sabe perder cargamentos pero no territorios: cada vez que la coyuntura lo exigió, su líder moral cambió de socios y aceptó las derrotas. Cuando el Cártel de Sinaloa rompió en 2008 con los Beltrán Leyva perdieron casi todas las plazas del centro del país, pero de esa adversidad se hicieron más fuertes, aun cuando parecía que el final estaba escrito.Otra lección invaluable fue la del bajo perfil familiar. Si los hijos de capos rivales se exhiben como príncipes en redes sociales, La Mayiza eligió guardar silencio digital, esconder apellidos y borrar rastros de linaje. En esta facción, a diferencia de Los Chapitos, la estridencia de los “narcoinfluencers” es mal vista y poco deseada. Una enseñanza directa de El Mayo, quien hizo de la invisibilidad de sus descendientes una de sus principales fortalezas. La violencia excesiva es un arma de doble filoLa Mayiza también copió la fórmula de la descentralización. Ningún líder es absoluto, ningún general es intocable: las células operativas sobreviven aunque se corte una cabeza. Y todas ellas deben dosificar el terror, pues la violencia excesiva es un arma de doble filo. Por eso, La Mayiza no reivindica masacres públicas y suele hablar a través de narcomantas y volantes. Ese método les permite mantenerse relevantes sin provocar que el Ejército concentre toda su fuerza en exterminarlos.Al final, lo que La Mayiza ha hecho es imitar la filosofía de su líder amoral. Copiaron sus reglas de oro y aprendieron de su caída de plomo. Las lecciones del Mayo Zambada son la columna vertebral de un grupo armado que, pese a los embates y traiciones, sigue vivo en la guerra de Sinaloa que ya cumple un año.El Mayo no está en México, pero sí está. GSC/ATJ