Americanista de corazón, el alcalde Luis Mendoza antepuso su responsabilidad como funcionario, y obligó a que el partido entre sus Águilas y el Pachuca se jugara a puerta cerrada, pues la seguridad de los cremas había dificultado días antes atender una emergencia en la zona. El jueves pasado, el equipo femenil del América jugó en el Estadio Azul y personal contratado por el club bloqueó el tránsito en calles aledaños, lo que dificultó que una mujer que requería atención médica urgente pudiera ser auxiliada por paramédicos. Independientemente de su afición por el equipo de Coapa, Mendoza dejó en claro que primero son los ciudadanos, sin importar el poderío económico, social y hasta político del tricampeón del futbol mexicano, lo que ha dividido opiniones. No es la primera vez que Luis lo hace; el pasado 2 de noviembre, a un mes de haber asumido la alcaldía, cerró ese mismo estadio por incumplimiento a las normas de Protección Civil, lo mismo que la Plaza México, obligando al Cruz Azul a pedir posada a los Pumas en CU. Pero no sólo cierra estadios, pues el mes pasado clausuró Plaza Mítikah, luego de que un elevador falló y dejó dos heridos. Se amparó en la Ley de Protección Civil y, a pasar de las presiones —que no fueron pocas—, el alcalde aguantó vara. No fueron negocitos o micro-empresas las que Mendoza clausuró; el poder económico de los dueños de Mítikah no es menor, lo mismo que el del América, patrocinado por la televisora más poderosa del país, o Cruz Azul, con la cooperativa cementera detrás. La actuación del alcalde panista es digna de destacar, pues, con todo y todo, prefiere quedar bien con sus vecinos que con los intereses políticos o comerciales, por muy poderosos que éstos sean. Y claro, se echa encima a los aficionados de dos de los equipos más populares del país. Incluso algunos comentaristas deportivos se le fueron encima por esa acción, diciendo que había actuado en represalia porque le habían negado los palcos del estadio. No saben que, por ley, la alcaldía tiene un palco asignado y no necesita que nadie autorice nada. La actuación del panista tendría que ser un ejemplo para sus colegas, pues no se trata de bloquear la actividad comercial o de entretenimiento, sino de que todos se ajusten a la ley, lo cual tendría que ser aplaudido hasta por los americanistas. Si les dolió que hayan cerrado su estadio, pues que cumplan con la ley y listo. Porque nadie se queja de que la al alcaldía meta orden en el comercio en vía pública o que tenga el mejor índice de seguridad de la capital, y uno de los mejores del país. Y eso sólo se logra aplicando la ley, lo cual deberían hacer todos. Como quiera, mañana habrá mesa de trabajo entre todos los involucrados, a fin de que el estadio pueda ser reabierto para el clásico nacional contra las Chivas, en dos semanas. CENTAVITOS Quien sigue lloriqueando por todos lados que Alito Moreno le pegó es el imbañable Gerardo Fernández Noroña , que ayer estuvo en la sección 2600 de San Miguel Teotongo —territorio de Clarita Brugada — colgándose de las asambleas de Morena. El senador entretuvo a los vecinos con sus historietas de que seis sujetos los atacaron, y que nada más porque lo agarraron, sino les hubiera dado una paliza. Y claro, junto a él estuvo todo el tiempo como lapa su camarógrafo personal, ese que Alito aventó al piso cuando y que después salió con más vendas que una momia. Ya sólo andaba con un collarín, por no decir collar con una plaquita pet. Columnista: Adrián Rueda Imágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0