El dato clave del Informe

En el primer Informe de Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum , habrá cifras, láminas y balances. Pero el dato clave del día no estará en el atril por elemental decoro republicano: 75% de aprobación, según el promedio de encuestas de PollsMX. No es solo una cifra: es capital político. Resume capacidad de gobierno, margen de negociación y poder de relato para el segundo año. En la 4T, escuchar no es cortesía: es método y mandato. Encuestas, consultas, censos y monitoreo territorial operan como brújula de prioridades. Por eso la aprobación funciona como permiso social para avanzar: convierte el “qué quiere la gente” en plan de gobierno. El contexto internacional ayuda a dimensionar el dato. En el seguimiento global de Morning Consult (agosto), Sheinbaum se ubica en el tercio alto de aprobación: por encima de Donald Trump (47%), Lula da Silva (46%), Pedro Sánchez (34%), Keir Starmer (27%) o Emmanuel Macron (17%), y sólo por debajo del grupo puntero encabezado por Narendra Modi y Nayib Bukele . En un mundo donde la media se mueve entre 30 y 40%, sostener niveles tan altos es una rareza con efectos políticos. En México, además, la vara se mantiene elevada desde 2018, (mal)acostumbrándonos a niveles de aprobación atípicamente altos. Aun así, llegar al Informe con 75% importa por dos razones sencillas: mandato y disciplina. Mandato, porque la aprobación no solo mide humor: habilita decisiones complejas siempre que se traduzcan en beneficios medibles (seguridad que se siente, empleos bien pagados, servicios que funcionan). Disciplina, porque si una estrategia sostiene un respaldo tan alto, no se improvisa: se cuida el rumbo y se blinda la gobernabilidad. ¿Qué explica ese nivel? Ejecución con método y marco claro. La promesa de prosperidad compartida se articula hoy como “cooperación sin subordinación” en un entorno global de proteccionismo comercial y riesgos de seguridad. Cuando la coyuntura aprieta (tan solo la semana del 25 al 31 de agosto, la declaración de culpabilidad de Ismael El Mayo Zambada y la pelea viral entre dos senadores), la respuesta ha sido regresar al núcleo estratégico y sostenerlo. Esa consistencia —más que la ocurrencia— estabiliza percepciones. La cifra no debería —ni necesita— convertirse en eslogan durante el acto protocolario. Pero conviene registrar la señal: con 75%, el gobierno tiene espacio para ejecutar y, a la vez, la obligación de convertir aprobación en experiencia ciudadana: medicamentos en hospitales, educación de calidad, trámites más simples, certeza en precios y tarifas. Las tres pruebas inmediatas para renovar ese capital son obvias: seguridad que se percibe en las colonias, empleos bien pagados y una agenda con EU que preserve el comercio y la cooperación sin ceder soberanía. Para quien mira la política como si fuera mercado, piense en esto como un diferencial de liderazgo: en un tablero de mandatarios con 30–40% de respaldo, una presidenta en el tercio alto global y con mayoría amplia en casa atrae aliados, forma coaliciones y ordena la conversación. Si ese diferencial se sigue invirtiendo en resultados tangibles, el capital se renovará; si no, se depreciará. La presidenta Sheinbaum tiene claro que el momento clave de rendición de cuentas será la aduana electoral de 2027, que incluye un ejercicio de revocación de mandato y la renovación de la Cámara de Diputados. Llegar a ese momento con una aprobación superior al 70% puede hacer toda la diferencia. Mientras tanto, el dato manda, y hoy dice que Sheinbaum llega más fuerte a su Informe que cualquiera de sus antecesores. ¿Cuál es la tarea pendiente? Pasar del dato al resultado sin perder el oído en la gente. Ahí donde la comunicación deja de ser estética y se vuelve política; ahí donde las encuestas —bien usadas— no son aplauso, sino brújula. Columnista: gustavo.rivera Imágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0