La plaza de toros de la Maestranza se vistió de ilusión anoche para recibir a Camilo en el marco del festival Noches de la Maestranza. Desde temprano, el recinto se fue llenando de su tribu: niños y niñas —pocos pasaban de los diez años— con las caras pintadas, pancartas en alto, camisetas con su nombre y, sobre todo, esa mirada que mezcla nervios y desbordante emoción. Era la última noche de vacaciones para muchos, y la vuelta al cole parecía importar poco frente a la cita con su ídolo. El rugido del público cuando se apagaron las luces fue ensordecedor. La plaza se puso en pie, las voces coreaban «¡Camilo!» y el ambiente estalló cuando en las pantallas apareció una cuenta atrás de dos minutos. Miles de móviles se elevaron para capturar el momento en que la noche arrancaba. El colombiano salió a escena con energía imparable : 'Una vida pasada', 'Millones', 'Favorito' y 'Bebé' se sucedieron sin pausa, obligando a todos a cantar a pleno pulmón. Al primer silencio, Sevilla respondió con una ovación que retumbó en cada rincón de la plaza. «Viajamos más de 7.000 km para estar esta noche con ustedes, tribu. Y para celebrar que amar sigue siendo nuestra revolución», anunció antes de presentar 'Aeropuerto'. Le siguieron 'No te vayas', 'Tatuaje' y 'Desconocidos', un arranque vertiginoso que no dio tregua en la primera media hora. Camilo hizo una pausa para hablar con el público: « No saben la felicidad de regresar . Yo tengo un reloj interno que, cada vez que me voy de Sevilla, empieza a contar cuánto falta para volver a verles. Estoy muy feliz de verdad, gracias, se les ve felices», confesó visiblemente emocionado. Con humor, se dirigió a los despechados y contó su ya clásica anécdota de desamor de su guitarrista Nico, excusa perfecta para presentar 'No se vale'. Después llegó 'El mismo aire', un tema que, a pesar de haber salido hace cinco años, sigue siendo viral a día de hoy. El momento más íntimo llegó cuando se sentó solo en el escenario, guitarra en mano, para cantar 'Maldito ChatGPT'. «La mente y el corazón hablan idiomas completamente diferentes y muchas veces no se entienden… para esta contradicción escribí este tema», explicó antes de entregarse en un acústico estremecedor. La calma duró apenas tres minutos: enseguida desató otra ola de energía con 'Me toca a mí' y 'Autodiagnóstico'. La fidelidad de su tribu quedó clara: cada canción era cantada de principio a fin, como si fueran himnos de toda una generación . Uno de los momentos más divertidos llegó con 'La boda'. «Es el momento de sacar los anillos», bromeó. Y Sevilla le tomó la palabra: en primera fila una pareja se comprometió, y en las gradas más altas se sumaron otros valientes. 'Vida de rico' fue otro de los puntos álgidos. El coro fue tan poderoso que se escuchaba más allá de la Maestranza, como mínimo en la cercana calle Betis. Camilo bajó a la pista para cantar junto a algunos fans, repartiendo abrazos, besos y pulseras, confirmando que la cercanía es su sello personal. «Siento que estoy en familia cuando la tribu me abraza, y puedo decir que España es como mi segunda casa», aseguró el cantante. Y esa familia lo acompañó en otra tanda de sorpresas: 'Querida yo', con la colaboración de Yami Safdie en acústico, y 'Pinceles', cantada junto a Javi Medina por primera vez en directo, entre bromas. El momento más romántico llegó con 'Una canción de amor para La Pulga', dedicada a Evaluna . En formato acústico comenzó 'Machu Picchu', que luego se transformó en una versión con la banda, justo cuando ella apareció en el escenario. Entre juegos de miradas y sonrisas, interpretaron juntos 'Plis' y 'Por primera vez', con la broma de que cada vez que pisan Andalucía ella acaba embarazada. Cuando parecía que no quedaban más sorpresas, Manuel Carrasco irrumpió en el escenario con un simpático «Hola, ¿se puede?» . La plaza explotó. Juntos cantaron 'Salitre', y tras un emotivo abrazo, el onubense confesó que había engañado a Camilo, diciéndole que no podría asistir, aunque no quería perderse esa noche en Sevilla. El público respondió en pie, más fuerte que nunca, con el grito de «¡lolo, lolo, lolo!» retumbando en la Maestranza. La velada culminó con 'Índigo', coreada como un himno familiar. Entre confeti y globos, Camilo cerró una noche mágica, íntima y grandiosa, en la que Sevilla no solo lo recibió como un artista, sino como a un miembro más de su familia.