Conspiración judeo masónica

Una táctica común de los regímenes totalitarios es combatir la disidencia con un criterio que ponga de manifiesto la fidelidad al régimen. A ser posible, un lema político cuya contravención pueda calificarse de atentado a la religión, la patria o las instituciones. Uno de los tópicos más recurrentes del régimen franquista fue la conspiración judeo masónica. Con ella culpabilizaba de todos los males que pudieran ocurrir a un enemigo indefinido. Lo mismo valía para las logias masónicas y similares, para el comunismo internacional o los lobbies capitalistas controlados por adinerados judíos. El invento es anterior al franquismo, pero fue utilizado por grupúsculos reaccionarios afines a los golpistas del 36 y, posteriormente, se convirtió en una constante del franquismo. Elevada a categoría política, fue la excusa para crear un Tribunal Especial para la represión de la Masonería y el Comunismo allá por los años 40. Todavía en nuestros días, para ciertos políticos, mencionar el comunismo es mentar la bicha y consigue aunar a una multitud de gregarios que identifican al comunismo con el diablo.