Los últimos cálculos de los científicos muestran que los iones en las erupciones solares podrían alcanzar unos abrasadores 60 millones de grados Celsius, multiplicando el impacto estimado hasta hoy. Estos dramáticos eventos aumentan enormemente los rayos X y la radiación solar que impactan sobre la Tierra: conocer su poder con precisión es crucial para evaluar sus consecuencias.