En la aldea cordobesa de Azuel , a las puertas del Parque Natural de la Sierra de Cardeña y Montoro , se encuentra un lugar tan inesperado como fascinante: el Tejar de Azuel . Lo que en su día fue un horno de barro para cocer tejas, olvidado con el paso del tiempo, se ha transformado gracias al empeño vecinal en un museo al aire libre que hoy sorprende a todo el que lo visita. Hace ya un cuarto de siglo, un grupo de vecinos, encabezados por José Ruiz Cañadas , decidió recuperar aquel espacio y darle nueva vida. De la restauración del horno se pasó a la construcción de senderos, pequeñas instalaciones y esculturas elaboradas con materiales reciclados, hasta convertirlo en un auténtico parque periurbano donde el arte, la memoria y la naturaleza conviven en armonía. El recorrido por el Tejar revela rincones en los que la creatividad no deja indiferente: el Pozo de la Alegría , un aljibe tradicional con bomba manual; la Choza del Pastor , levantada con piedra, ramas y forraje; un teatro al aire libre; o el centro de visitantes conocido como La Zahurda , que en los últimos años ha acogido incluso obras colectivas como mandalas realizadas durante el confinamiento. Pero si algo distingue a este enclave son las esculturas que lo salpican. Figuras de gran tamaño, creadas íntegramente con material reciclado, sorprenden al caminante en cada rincón: Caperucita Roja y el lobo, Don Quijote junto a Sancho, un lince persiguiendo a una liebre, un cocodrilo gigantesco o un ciervo con bicicleta. No pasan desapercibidos los pies y manos monumentales que custodian el acceso al centro de visitantes, convertidos ya en símbolos del lugar. Cada pieza, además, se acompaña de un breve texto en verso o en prosa que explica su origen. El Tejar de Azuel se encuentra a la entrada de la aldea, bien señalizado, y su acceso es completamente gratuito . Quienes lo visitan coinciden en señalarlo como un lugar mágico , perfecto para disfrutar en familia y dejarse sorprender.