El suicidio es un problema de salud pública global que afecta a todas las regiones, edades y culturas. Es una de las principales causas de muerte entre los jóvenes. Y se observan tasas más altas en grupos vulnerables, como adolescentes, personas de la tercera edad, refugiadas, migrantes, LGTBIQ+ y la población reclusa. Cada 10 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Prevención del Suicidio. Una jornada que da lugar a repasar los datos que, en algunos casos, son alarmantes. En Aragón, en promedio, cada 3 días se suicida una persona. En 2024, según datos provisionales, se registraron 120 suicidios. De estos, 82 corresponden a hombres y 38 a mujeres. Esta comunidad es, históricamente, una de las autonomías con una de las tasas de suicidio más altas de España. En años anteriores, Aragón se ha situado como la cuarta con más suicidios. En el año 2024, la Línea de Atención a la Conducta Suicida (024) del Ministerio de Sanidad recibió un número considerable de llamadas en la comunidad autónoma. Las llamadas atendidas por provincia fueron: 305 en Huesca, 304 en Teruel y 1.676 en Zaragoza. En este contexto, se celebra la IV Jornada Aragonesa de Prevención del Suicidio, que pondrá el foco en los colectivos que presentan un mayor riesgo autolítico en nuestra sociedad. Bajo el lema 'Cambiar la narrativa', está organizada por las entidades LIANA (Asociación Aragonesa de Prevención del Suicidio y de Conducta Lesiva); ASAPME (Asociación Aragonesa Pro Salud Mental); Paso a Paso Aragón; AFDA (Asociación de apoyo al tratamiento de ansiedad y depresión en Aragón); y COPPA (Colegio Profesional de Psicología de Aragón), con el respaldo de la Fundación CAI. La cita es a las 18,00h en el centro Joaquín Roncal de Zaragoza. El objetivo es visibilizar y concienciar sobre los factores estructurales, emocionales y sociales que aumentan la vulnerabilidad de los colectivos de riesgo. La psicóloga María José Ochoa, de LIANA, advierte de que "el 40% de las personas que se suicidan en el mundo tienen más de 65 años”. “A partir de los 70 es una edad de riesgo", señala. Es una población con la que cuesta hablar. "Es otra cultura, tenemos más problemas para hablar de suicidio con nuestros padres que con nuestros hijos, los jóvenes están dispuestos a contarlo si estás dispuesto a escuchar", asegura. La tasa de suicidio es mucho mayor en personas mayores que en adolescentes, a quienes se dirigen la mayoría de las campañas de prevención. "Parece que estamos más dispuestos a aceptar el suicidio en una persona mayor o dependiente", lamenta esta experta. La media nos dice que hay un suicidio por cada 20 tentativas. Sin embargo, en el caso de los mayores, la tasa se eleva a uno de cada 4. "Son más drásticos, no avisan, y a eso se une el problema de la sociedad, es un poco triste envejecer cuando no tienes familia", advierte. ¿Cómo debemos actuar, entonces? "Hay que hacer la pregunta directamente: '¿Te quieres suicidar?'. Y su la respuesta es sí, a partir de ahí, ponerte a su disposición. Hay situaciones complicadas que necesitan la ayuda de un tercero, pero a veces con la escucha, con deshacer el nudo de esa persona, es suficiente", explica. Afrontar el suicidio es también ayudar a los supervivientes, los familiares y amigos de la persona que ha decidido quitarse la vida. "A veces no hay vida suficiente para hacer el duelo, por ejemplo, de un hijo, no podemos forzar ni pretender que se animen", apunta Ochoa. Algo en lo que coincide el coordinador del grupo de conducta lesiva y autolesiva del Colegio de Psicólogos de Aragón, Jesús Padilla. "Es duelo siempre es complicado pero lo que hace especial el del suicidio es que la decisión la ha tomado la persona, aunque no de manera libre, porque detrás hay problemas psicológicos o emocionales", explica. Las personas que se quedan "necesitan soporte" porque genera "un sentimiento de culpa en el superviviente". A eso se une el estigma: "Nos da vergüenza decir que un padre, un hijo o un hermano se ha quitado la vida, tener que dar explicaciones supone otro desgaste emocional". La pauta fundamental, tanto para quienes tienen ideaciones suicidas como para los supervivientes, es "escuchar sin juzgar, no opinar, ponerse en los zapatos del otro, ser consecuentes y estar sin prejuicios", asegura. En definitiva, hay que acompañar para que puedan seguir afrontando el día a día. Padilla recuerda que siempre hay que ponerse en manos de profesionales con garantías. Y, sobre todo, "validar todas las fases del duelo y las emociones de cada persona, dando la seguridad de que vamos a estar allí, trabajando para salir del problema", concluye.