En España, más de 4.000 personas mueren por suicidio cada año, lo que supone nueve por cada 100.000 habitantes. En Cantabria, en 2023 se registraron 46 casos, una cifra que evidencia que este problema de salud pública también golpea de cerca a nuestra comunidad. Son datos que superan ampliamente a los accidentes de tráfico, pero que todavía se mantienen ocultos tras un muro de silencio y estigmas sociales. Expertos insisten en que romper ese silencio es el primer paso para salvar vidas. La psicóloga sanitaria y forense Isabel Diego, profesora asociada en la Universidad Europea del Atlántico y vocal de la Junta del Colegio Oficial de Psicología de Cantabria, recuerda que el mayor enemigo sigue siendo, precisamente, el silencio. “También lo es el no tener un espacio de acogida, desahogo o validación de pensamientos y emociones. No poder vaciar lo que sentimos o pensamos puede ser contraproducente y aumentar el riesgo de conductas autolesivas o suicidas”, señala. Por eso, crear entornos de escucha y apoyo es clave para que las personas puedan expresar su dolor sin miedo y acceder a ayuda profesional a tiempo. Diego subraya que no hay un único perfil, sino indicadores de riesgo que varían por edades y circunstancias. -Adolescentes: cada vez se detectan más conductas autolesivas. Aunque no siempre exista una intención suicida clara, “pueden descontrolarse y convertirse en un riesgo real”, advierte. -Adultos con depresión crónica: estados de ánimo muy deteriorados, con fuerte sensación de vacío y desesperanza ante el futuro, constituyen otro perfil vulnerable. -Personas con ansiedad e incertidumbre vital: la falta de seguridad sobre cómo afrontar el futuro, unida a problemas sociodemográficos y socioeconómicos, puede derivar en un terreno de riesgo elevado. “Son señales que tenemos que aprender a identificar, porque detrás de cada estadística hay una vida que puede salvarse”, subraya la psicóloga. Los expertos insisten en que hablar del suicidio con responsabilidad y rigor no incita a imitar conductas, sino que abre vías de prevención. Detectar señales, acompañar y pedir ayuda profesional son pasos que marcan la diferencia. Eventos como la mesa redonda, organizada por el Teléfono de la Esperanza en Cantabria, coincidiendo con el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, en el Centro Civico Tabacalera de Santander, y bajo el lema “Puedes elegir otro futuro, pide ayuda”, recuerdan la importancia de crear espacios de diálogo que trasciendan fechas concretas y permanezcan en la sociedad como un recurso más para no enfrentar el sufrimiento en soledad. Hablar de pensamientos de suicidio o de crisis emocionales no es fácil, pero Isabel Diego recuerda que pedir ayuda es un acto de valentía, y que existen caminos alternativos al sufrimiento silencioso. La prevención está al alcance de todos: escuchar, acompañar y ofrecer apoyo profesional puede salvar vidas. El mensaje es claro: no hay que esperar a que el problema sea irreversible. La atención temprana y el acompañamiento emocional son herramientas fundamentales para cambiar el rumbo y elegir otro futuro.