La nueva carrera espacial trae más satélites y cohetes que nunca. La ciencia teme que el precio sea un nuevo agujero en la capa de ozono

Cada lanzamiento deja huella en la atmósfera. Lo que parecía un progreso imparable empieza a mostrar un reverso incómodo: contaminantes que permanecen cien veces más que los terrestres y que podrían retrasar la recuperación del escudo que protege a la Tierra de la radiación ultravioleta.