1944 no fue un año especialmente dichoso para la provincia de Cáceres, donde la sequía hizo acto de presencia con toda su crueldad. A tal extremo llegó el problema que todas las miradas se volvieron a la Montaña, "donde la Reina de la ciudad tiene su trono, recordando en ocasiones análogas el patrocinio de la Gran Señora había acudido solícito a remediar el mal".