El pasado domingo, Marga Prohens, presidenta del Ejecutivo autonómico del el Govern de Baleares, apuntó en redes sociales la intención de extender la prohibición de consumir bebidas energéticas y productos ultraprocesados en las salidas escolares y los viajes de estudios con el objetivo de dar respuesta a unas de las principales preocupaciones de las familias. Se trata de una medida que se prevé que se implementará a través de un decreto que ya está tramitando la Consellería de Educación y Universidades. La idea es que se sume al decreto 39/2019 que promueve la dieta mediterránea , y que prohíbe la venta de bollería industrial y bebidas azucaradas en las cafeterías de los centros educativos y sanitarios de Baleares. Este anuncio es aplaudido por el Doctor Vicente Javier Clemente Suárez , nutricionista e IP del Grupo Investigación en Psicofisiología Aplicada y catedrático de Ciencias del Deporte en la Universidad Europea , al asegurar a ABC que «desde el punto de vista de la salud pública, no tiene sentido que este tipo de bebidas energéticas y productos ultraprocesados estén presentes en los colegios e institutos. Son productos que contienen gran cantidad de cafeína y de azúcar, lo que tiene efectos muy negativos en la salud de los escolares, tanto en el momento de ingerirlos como de cara a su futuro». Recuerda que la cafeína daña el ciclo circadiano y sobrecarga el sistema inmune de quien la ingiere, lo que le predispone a «que tenga más catarros, y a largo plazo enfermedades cardiovasculares e hipertensión. A nivel metabólico, aumenta el pico de glucosa. El azúcar en altas concentraciones es muy tóxico y libera mucha insulina con el riesgo de hipoglucemia que ello provoca. Cada vez vemos en consulta más adolescentes con síndrome metabólico precoz ; es decir, que pierden masa muscular porque hacen cada vez menos deporte y se mueven menos; que ingieren poca proteína y toman muchos hidratos de carbono y azúcar. Desde hace años lo estábamos observando en adultos, pero cada vez hay más adolescentes en esta situación, lo que es muy preocupante». Pero según el doctor, este tipo de mala alimentación también afecta directamente a la salud mental de los jóvenes puesto que tiene efectos directos en la ansiedad y depresión. «Cambiando la alimentación se puede modificar la conducta de un niño, determinados comportamientos como irritabilidad, ansiedad... No hay que olvidar que la cafeína de las bebidas energéticas y el azúcar de los dulces y ultraprocesados generan también cambios en la microbiota del intestino y existe una relación entre las neuronas del estómago y las del cerebro. Por eso, ante un caso de depresión, antes de una intervención psicológica hay que hacer una intervención nutricional». Este especialista señala que es fundamental prevenir este tipo de consumos y para ello recomienda: -Retirar máquinas de vending de los colegios e institutos para que las bebidas ricas en cafeína y azúcares y productos ultraprocesados y de mala calidad no estén a la vista de los escolares. Del mismo modo, aconseja no incluir estos productos en la cesta de los compra de los hogares para evitar su ingesta. -Educación. «Hay muchos estudios de gran fiabilidad que demuestran los graves efectos que tiene este tipo de consumo en el organismo. Hay que darles difusión para concienciar a la población en general, con especial atención en los colegios donde los niños están comenzando su propio aprendizaje y desarrollo». -Ejemplo de los padres. «Los progenitores son referentes de sus hijos. Si ellos comen mal y los niños lo ven, les imitarán. hay mucho padre inculto respecto a lo que alimentación se refiere. -Evitar la sobreinformación. «Hay tanta información actualmente en redes sociales sobre 'el mejor desayuno saludable', 'el menú más digestivo'... A cualquier cosa se le llama 'light', 'cero'... pero si no hay criterio, al final se confunde a las personas y compran por impulso productos recomendados que ven en redes sociales y no se molestan en leer las etiquetas para comprobar si es saludable o no». Vicente Javier Clemente Suárez hace especial hincapié en que la industria alimentaria es un negocio muy fructífero que mantiene este tipo de productos que contienen sustancias como el azúcar, o sustitutos del azúcar con apariencia saludable, «que son altamente adictivos para que el consumidor no pueda dejar de comprarlos mientras su salud se deteriora . Por eso, por ejemplo, muchos jóvenes cuando tienen sed prefieren tomar un refresco en vez de agua. Es muy importante que estemos atentos y concienciemos a nuestros hijos de la importancia de una buena alimentación».