Marta Chávarri y Alberto Cortina: una historia de cuernos, acoso mediático y un sonado divorcio

Febrero del 89. La revista 'Diez Minutos' publica en portada y páginas interiores unas fotos de Marta Chávarri y Alberto Cortina , tomadas a la puerta de un hotel de Viena, que sirven para constatar lo que lleva tiempo circulando en los mentideros madrileños: que estaban liados. Cortina, un artista en el mundo de los negocios, llevaba un par de décadas casado con la discreta Alicia Koplowitz , a la que algunos describían como « un ama de casa dedicada únicamente a su plácida existencia de esposa y madre de tres hijos ». Aunque, en realidad, esta señora bien era, junto a su hermana Esther , casada con Alberto Alcocer , primo hermano de Cortina, la propietaria de Construcciones y Contratas , empresa que heredó de su padre. Tampoco estaba soltera entonces Chávarri, una chica joven y mona que saltó a la fama a raíz de su boda con el maduro Fernando Falcó , marqués de Cubas, y tenía un hijo con él. La mayor de cinco hermanos, Chávarri pasó su infancia y adolescencia viajando por todo el mundo, algo esperable tratándose de la hija de un diplomático . Cuando tenía 18 años perdió a su madre, Matilde Figueroa , bisnieta del conde de Romanones, debido a un aneurisma cerebral, y su padre, Tomás , decidió regresar a Madrid como jefe de protocolo del Estado. Estando allí, como necesitaba convalidar el carnet de conducir que había obtenido en América, Chávarri piensa en recurrir a un enchufe : Fernando Falcó, entonces presidente del Real Automóvil Club de España (RACE) , era amigo de su familia y seguro que estaría dispuesto a ayudarla. El mujeriego aristócrata accede a ello sin poner pegas, y de paso la invita a cenar . Luego una cosa llevó a la otra… y ocurrió lo inevitable. En un pispás, Chávarri se vio instalada en un acogedor piso en la calle de Fortuny, con el título de marquesa de Cubas y un hijo al que impuso el nombre de Álvaro . Entonces salía con frecuencia en las revistas y anhelaba ejercer de socialité como su cuñada Isabel Preysler , casada con Carlos Falcó , al que en un momento dado dejaría por Miguel Boyer . Pero, pasado un tiempo, Chávarri se vio inmersa en una vida monótona y aburrida , al lado de un marido que, si bien se mostraba animado y divertido cuando ambos empezaron, ahora solía poner pegas a las salidas y juergas. Y algo parecido le sucedió a Cortina, preso de un matrimonio deteriorado por el paso del tiempo. Cuentan que la mecha de la pasión entre una y otro prendió en el verano del 88, mientras pasaban unos días de vacaciones en Mallorca c on sus respectivos cónyuges . «Cortina inició un cortejo en toda regla y de punta a punta de España: flores, visones, joyas, llamadas de teléfono apasionadas, encuentros en hoteles discretos en apartamentos de lujo , y Marta, deslumbrada por este hombre enamorado, poderoso y riquísimo, no pudo resistirse», escribió al respecto Pilar Eyre , quien añadía que fue a principios de enero del 89 cuando la madrileña abandonó el hogar conyugal . «Su marido fue a despedirla al aeropuerto y le dio dos fríos besos cogiéndola por los hombros cubiertos con el visón que le había regalado Cortina. Marta primero contó que necesitaba descansar y que se iba a pasar una temporada sola , a París». Después dijo que en realidad iba a esa ciudad «a hacer un curso de arte», eso sí, «con el coche con chófer en la puerta de los museos en los que presuntamente se ilustraba y con apartamento de lujo en el hotel Claridge». Su amante, que ya había abandonado su casa familiar, «se alojó unos días en el hotel Villamagna y después prefirió dormir en su finca toledana Las Cuevas, desde donde cada día se desplazaba a su despacho de Madrid en un helicóptero que le había prestado Javier de la Rosa ». Desde su casona llamaba a París para hablar con su querida, con la que mantuvo conversaciones de alto voltaje de las que tenemos constancia gracias a que el teléfono de Las Cuevas estaba pinchado en esa época. Durante las siguientes semanas, cada uno de ellos trató de mover ficha para arreglar su situación personal. Y entonces apareció publicado aquel ejemplar de Diez Minutos que daría lugar a un escándalo sentimental y a una crisis de graves consecuencias en un relevante sector del mundo de las finanzas españolas. Por lo visto, Cortina se enteró de la existencia del reportaje cuando lo vio publicado. No pudo usar su poder e influencia para pararlo , como sí había hecho con otros. Para colmo, 'Interviú' publicó ese mismo invierno una fotografía, que llevaba un tiempo guardada en un cajón, en la que se veía a Chávarri, en la discoteca Mau Mau durante unos premios Cutty Sark, sin bragas . Aquel número de la revista fue uno de los más vendidos de su historia, pero el asunto hundió a la protagonista, que se sintió totalmente humillada y avergonzada . De hecho llevó a los tribunales a Interviú, que le tuvo que pagar 34 millones de pesetas. A raíz de todos esos escándalos, Cortina declaró a medios y periodistas una guerra que se saldaría con varios pleitos y algunas condenas . En lo que respecta a los 'abandonados', se podría decir que ambos afrontaron con resignación la desagradable situación . Fernando Falcó, una vez repuesto de su cuita, se casó con Esther Koplowitz , que fue esposa de Alberto Alcocer pero se separó de él al descubrir que la engañaba con otra. En cuanto a Alicia Koplowitz , nada más enterarse de que su marido llevaba meses preparando su separación habló con sus abogados y se dio cuenta de lo inteligente que fue al hacer caso a su padrino , Ramón Areces , cuando este la obligó a firmar los acuerdos prematrimoniales. Gracias a su consejo, ella y su hermana, que copió su movimiento, seguían siendo las únicas propietarias de su empresa . Y tan pronto como pudo le retiró a su marido todos los poderes de las sociedades que gestionaba, lo que obligó a Cortina a dimitir de todos sus cargos en Construcciones y Contratas. Ese mismo verano, Chávarri decidió mudarse con Cortina a un piso de la calle General Arrando. Entonces una de las mujeres más criticadas del país. Muchos la cuestionaban como madre por el hecho de haber renunciado a la custodia de su hijo Álvaro . Otros la tildaban de 'destroza hogares', por haber roto un matrimonio supuestamente feliz. Y también estaban los que simplemente veían con envidia que fuera una mujer joven, famosa y con tanto dinero . Es más, algunos periodistas de la época comentaron que los momentos verdaderamente felices los vivieron Chávarri y Cortina cuando su amor era clandestino. «Después, cuando todo salió a la luz, tuvieron que emplear tantas energías para afrontar la situación, atacar, querellarse, luchar tanto para defender su vida privada, su patrimonio y su imagen pública, que apenas le quedaron fuerzas y espacio para vivir su amor en libertad». Pese a todo, en diciembre del 91 celebraron su boda con una ceremonia discretísima de la que no se tienen imágenes. Y aún con altibajos siguieron juntos cuatro años. Según Eyre, al tiempo que Cortina volvía a levantar un imperio , en parte gracias a la inyección económica que consiguió en su divorcio con Alicia, Chávarri pasaba mucho tiempo sola en su casa de General Arrando, donde solo se relacionaba con sus hermanos o con su grupo de amigas : «Los fines de semana Alberto se empeña en pasarlos en [su finca] Las Cuevas, pero Marta, aunque le gusta cazar, se aburre en el campo, duerme muchas horas, y su marido se empeña en invitar a sus relaciones de negocio , señores aburridos que solo saben pegar tiros y hablar de las próximas ofertas públicas de venta y de los beneficios trimestrales de las grandes empresas españolas. Los niños no llegan y Marta no se acaba de entender bien con los hijos de Cortina ; el matrimonio se arrastra perezosamente, languidece». Su final llegó en 1995, cuando se descubrió que Cortina le estaba siendo infiel con una chica joven , antigua modelo, que trabajaba como relaciones públicas. Marta hizo las maletas y se marchó a Miami, donde encontró consuelo en su padre. Ya no volvería a vivir con el empresario y en los acuerdos de separación consigue una pensión considerada adecuada a su tren de vida. Según se cuenta en el libro Ricas, famosas y abandonadas, el financiero, «que cree que no se ha portado bien con ella, cede en todo y trata de compensar con generosidad el amor que tal vez nunca ha sabido darle. Pero las circunstancias cambian en el momento de ratificar el divorcio, dos años después». Cortina ya se ha enamorado de Elena Cué , una experta en arte 26 años más joven a la que conoció en una montería, y ha cambiado el chip. Ahora considera injusto tener que pagar de por vida un sueldazo a su ex , que sigue siendo joven, está sana y perfectamente puede trabajar para vivir. Otra cosa es que ella estuviera dispuesta a dar palo al agua. De hecho, dicen que cuando un reportero la abordó por la calle y le comentó que, dadas las circunstancias, se iba a tener que poner a currar, Chávarri soltó: « ¿Trabajar yo? «Eso nunca, por Dios! ». La pareja acabó litigando y al final, como escribió Eyre, « se rebaja la pensión a medio millón de pesetas al mes . Marta se queda viviendo en la misma casa y disfrutando del servicio, chófer incluido, de su pequeña finca a las afueras de Madrid y de su propiedad en Ibiza, en la montaña de Sineu». Desde ese momento, sus vidas tomarían rumbos distintos . El empresario se casó por todo lo alto con Cué, con la que hoy sigue casado y tiene una hija que cuenta 19 años, y hace un tiempo fue condenado junto a su primo (Alcocer) por estafa procesal . Por su parte, Chávarri, que no volvió a casarse, siguió fiel a su decisión de vivir alejada del ojo público. Eso sí, igualmente apareció en las revistas por sus breves romances posteriores, con hombres como Philippe Junot (primer marido de la princesa Carolina de Mónaco ), el banquero Javier Salaverri o el escultor Richard Hudson . Más tarde se rumoreó que tenía problemas de salud mental y sufrió un accidente doméstico que le desfiguró parte de la cara. Su última aparición pública se produjo en abril de 2022, durante la boda de su único vástago con Isabelle Junot , hija de su ex Philippe. Quince meses después del evento, recién convertida en abuela, apareció muerta en su domicilio madrileño a los 62 años.