La Demandadera o el anhelo cumplido de Antonio Gala para generar un espacio colectivo de creación artística

Cuenca incorpora a su polo de producción cultural una residencia artística internacional en este inmueble. La Fundación Antonio Gala gestiona la iniciativa. Hasta el lugar ya han llegado jóvenes procedentes de distintas partes del mundo que desarrollan sus proyectos en un entorno multidisciplinar Hemeroteca - Artistas de todo el mundo podrán solicitar plaza para el nuevo Centro de Creadores Contemporáneos de Cuenca Parte de la herencia de Antonio Gala no está en los libros, no está en sus tramas. Sino en su forma de vida, reflexiva y serena, como un Borges a la andaluza. También, como Borges, en su manera de entender la creación literaria. Lo dejó dicho y lo ratificó con el legado que gestiona la Fundación Antonio Gala, la juventud merece una oportunidad y hay que facilitar las condiciones para que distintas artes converjan. “Todo nace de que él [Gala] que en alguna ocasión reconoció haberse sentido muy solito en la juventud y en la adolescencia”, explica Antonio Manuel Creus Espadiña, director adjunto del Centro de Creadores Contemporáneos de Cuenca, 4C que acaba de ver la luz. Instalaciones del Centro de Creadores de Cuenca, una residencia artística internacional que gestiona la Fundación Antonio Gala Creus explica que se trata de una residencia en el más amplio sentido. “Viven aquí, en la Casa de la Demandadera, a pensión completa, se les da cobertura a todas sus necesidades”, con el objetivo de que no tengan distracciones en su proceso de producción artística. “Estamos aquí [ en Cuenca ] implantando el modelo en el que creía Antonio Gala”, y explica que todo nace del anhelo de juventud del escritor cordobés que habría querido compartir impresiones y pálpitos con creadores de otras disciplinas artísticas, y como él no tuvo esa posibilidad, ahora la fundación que lleva su nombre trabaja para que las nuevas generaciones sí la tengan. “Gala pensó que poder convivir y poder interactuar era muy enriquecedor para poder crear”, explica el responsable de 4C en Cuenca. “Él apostó por este modelo para que los chicos y chicas pudieran retroalimentarse del proceso de creación de cada uno”, algo que llaman “fecundación cruzada”, y que tiene su sentido en la etimología de la palabra fecundación, en el sentido de productivo. Este proceso consta en reuniones en las que cada residente expone el proyecto y en las reuniones posteriores el resto de miembros siguen la evolución del proyecto, “todo bajo la supervisión de un tutor”. Es muy curioso, comenta Creus, “cuando los residentes participan en estas reuniones surgen conversaciones muy constructivas, como, por ejemplo, esto que estoy haciendo yo en poesía bebe de las mismas ideas que estás haciendo tú en pintura”, y eso aporta una visión mucho más amplia a los autores: “Es curiosísimo”. Crean un proceso de apoyo continuo que ayuda al desarrollo de los proyectos culturales. La tutela de la Fundación Antonio Gala ha permitido que numerosas personas de todo el mundo hayan despegado sus carreras artísticas desde una perspectiva profesional. Consiguiendo tanto permisos que otorgan reconocimiento y recursos como el reconocimiento de los distintos ámbitos de las industrias culturales. Perla Taína es una de las residentes, de origen dominicano, que explica que está haciendo un proyecto artístico basado en la tradición mimbrera de la provincia. “Llevo como tres años en Cuenca y empecé a relacionarme con el material antes de planteármelo como proyecto de investigación”, explica la artista. Estudia un doctorado en Investigación en Humanidades, Artes y Educación en la Universidad de Castilla-La Mancha en la propia ciudad. El proyecto que desarrolla la artista combina documentación fotográfica, entrevistas y producción audiovisual (donde tiene experiencia previa), con el objetivo de revalorizar los saberes artesanales de la zona y reconstruir una memoria material y sensible en torno al uso del mimbre en zonas despobladas. Lo desarrollará bajo la idea de archivo vivo. El mimbre es un patrimonio cultural vivo, explica Perla, que la ruta del mimbre son también las personas que la habitan, “artesanos que han migrado y que han vuelto”. No quiere que sea una mera investigación “y también es poner a los artesanos en el centro, y con ellos un patrimonio histórico vivo”. No estaba buscando una residencia, reconoce, sin embargo, surgió. “La idea nació de unas lámparas, estaba en casa de una amiga y me han llamado siempre la atención, su padre dijo: aquí en Cuenca hay mucho”, comenta la artista que ese fue el punto de partida de su proyecto. La artista explica que tenía idea de hacer alguna investigación artística sobre el mimbre y centrada en Cañamares, pero al formular el proyecto para la residencia se dio cuenta de que tenía la posibilidad de hacerlo más ambicioso. Exterior del Centro de Creadores Contemporáneos de Cuenca, con sede en la Casa de la Demandadera Por su parte, Creus reconoce la orientación plástica del proyecto de la Casa de la Demandadera, “sí que hemos seleccionado algún artista plástico más como solemos hacer en Córdoba porque es cierto que la ciudad lo pide”. Algo también arriesgado para la propia Fundación que es la primera vez que asume un proyecto cultural de “este calibre”. Continúa: el responsable “se valoró la idea y gustó, porque hacer algo así es muy vocacional”, y dirigir un centro como este prácticamente duplica la actividad de la fundación. Tenemos un proyecto a tres años, prorrogable un cuarto, pero trabajamos como si no tuviéramos límite temporal, para favorecer la implicación de toda la estructura en el proyecto: “Ha sido posible gracias a lo bien que funciona el Consorcio y lo fácil que nos lo han puesto en Diputación”, algo, comenta el responsable de La Demandadera. Perla Taína explica que después de tres años “centrar su proyecto en Cuenca, y en la Ruta del Mimbre es una manera de retribuir su actividad”, es decir, devolver a la sociedad conquense algo. El entorno del arte tiene los ojos puestos en La Demandadera No es casualidad que la Fundación Antonio Gala haya asumido el compromiso de gestionar la Casa de la Demandadera. Cuenca mantiene un pulso con el arte que va más allá de los espacios oficiales y de los planteamientos académicos. Hace pocos meses el equipo de la Galería Casa Zóbel abría un segundo proyecto de promoción del arte contemporáneo llamado Juan Moreno Art. Una iniciativa que tiene presencia en Cuenca pero está centrada en la comercialización en ferias internacionales, lo que demuestra que además, hay mercado. Su responsable, Diego Forriol, considera que la presencia de proyectos culturales es fundamental y “lo más importante es que haya actividad”, y comenta que ellos habían planteado algún uso, “incluso con un proyecto que se estudió y que incluía restauración y un planteamiento tecnológico muy novedoso centrado en Zóbel”. Pero, resume destacando que lo más importante es que la Demandadera tenga actividad y actividad cultural: “Es un acierto, la Fundación Antonio Gala tiene experiencia haciendo residencias artísticas” y destaca la importancia de dinamizar los espacios patrimoniales para conservarlos: “Tenemos ejemplos de edificios que, por no usarlos, dejan de valer para nada”. No puedo hacer una valoración total, comenta Forriol, porque no han acabado un ciclo académico, “pero me consta que están trabajando, y lo están haciendo bien”, lo que le lleva, como experto en la comercialización de arte, a mantener las expectativas altas respecto de la actividad. El galerista reconoce sentirse especialmente satisfecho porque “se ha conseguido que se le dé un uso”, sin embargo, este edificio ha roto una dinámica habitual en el ámbito de la cultura y del patrimonio: “Se gastan dinero en hacer cosas para la cultura, hacen una contrata para tres meses, no sacan licitaciones y los edificios se caen”. Un patrón repetido como un mantra en casi todos los rincones de España pero que esta vez, La Casa de la Demandadera no continúa. Con la intención de generar proyectos de vida ligados al arte, y quizá por imitación, plantear las bases de un nuevo modelo de promoción cultural. La recuperación de la Casa de la Demandadera merece una mención, ya que la propia actualización del inmueble ha sido el pilar previo para convertir un espacio patrimonial de gran trascendencia en un polo de actividad que mira al futuro. Una mejora impulsada por Mariano Teruel, gerente del Consorcio Ciudad de Cuenca, y de Jesús Carrascosa, director de Cultura y de la Fundación Antonio Pérez de Cuenca.