Conducir más de 80 kilómetros diarios a cambio de poder emanciparse o dejar por fin el piso compartido y traerse a la familia desde su país de origen. Es la realidad a la que se enfrentan cada vez más parejas jóvenes y trabajadores inmigrantes ante los elevados precios que alcanza la vivienda en la ciudad de Alicante y su área metropolitana, tanto en el caso del alquiler, como en el de compra.