En apenas mes y medio se cumplirá un año de la mayor catástrofe ambiental de España en el último medio siglo : la dana de Valencia. Miles de afectados todavía conviven con los destrozos que causó la riada y en las próximas semanas probablemente se teman lo peor cuando las tormentas se sitúen de nuevo sobre la costa mediterránea, porque lo harán. Un grupo de meteorólogos españoles ha explicado este miércoles que se cumplen las condiciones para que se produzcan "lluvias catastróficas" , pero probablemente no serán tan excepcionales como la gota fría de aquel 29 de octubre , que tuvo características "únicas". Los vientos húmedos de Levante, la orografía de barrancos y ramblas de la costa mediterránea y la construcción sobre zonas inundables son condiciones naturales que concentran las tormentas de otoño en esta zona y multiplican sus daños. A estos se sumará este año –como en los últimos cuatro– el calentamiento del mar Mediterráneo , que estos días está más fresco que en 2025, pero que en julio registró un récord de temperatura. Solo falta ver cómo evoluciona la circulación atmosférica en las próximas semanas porque el viento y el frío determinarán la virulencia de las lluvias. "En los últimos años se han dado las condiciones para que se produzcan lluvias torrenciales y este otoño no será la excepción. ¿Dónde ocurrirán? En cualquier punto del Mediterráneo, pero por ahora es imposible saberlo porque son fenómenos que se anticipan con días de previsión. Y quizás no sean del nivel de la dana de Valencia de 2024, que probablemente tardará años en repetirse, aunque no podemos descartar nada ", apuntó Samuel Biener, climatólogo de Meteored, en un encuentro con la prensa centrado en los impactos de la gota fría. Biener, también investigador del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, comentó que los modelos apuntan a que entre septiembre y octubre lloverá más de lo normal en la zona mediterránea, mientras que el oeste de España afrontará semanas más secas. "Esto nos da pistas sobre cómo puede evolucionar la circulación atmosférica en las próximas semanas. Si tenemos humedad en el este y sequía en el oeste probablemente veremos un chorro polar con bloqueos anticiclónicos en latitudes altas en la zona mediterránea, aunque la previsión puede cambiar rápidamente. En todo caso, si queremos saber si habrá más no lo sabremos hasta días antes ", añadió. José Manuel Viñas, también climatólogo de Meteored y consultor de la Organización Meteorológica Mundial, explica que la dana de 2024 fue una anomalía porque se produjo a partir de "un cóctel perfecto" . Se unió un Mediterráneo cálido con un comportamiento de la atmósfera que concentró las precipitaciones en un punto, y la tormenta apenas se movió. "Las olas de calor marinas han llegado para quedarse. Ahora hace falta estudiar ese chorro ondulado (una corriente polar) que se produjo para ver si va introducir elementos en las tormentas que nos vayan a llevar a repetir esas lluvias", comentó Viñas. Los panelistas incidieron en que las gotas frías son un elemento que va ligado al clima mediterráneo y que no siempre conllevan episodios trágicos . De hecho, hay multitud de fenómenos de este tipo a lo largo del año que pasan desapercibidas. Estos fenómenos se producen cuando las corrientes polares que atraviesan el norte de Europa se descuelgan y se quedan atrapadas sobre la península, normalmente en el suroeste. El comportamiento de estos fenómenos es muy errático y extremadamente difícil de prever. Pueden descargar pequeñas cantidades de agua o llegar a precipitar más de 500 litros por metro cuadrado en un solo día . El peligro llega cuando la dana, una bolsa de aire frío situada a gran altura (hasta 10.000 metros), se encuentra con una masa de aire cálido a ras de suelo, un choque térmico que genera una especie de torbellino vertical de aire ascendente. Si esto se combina con un mar caliente, como el Mediterráneo, este aporta energía extra a la tormenta y una cantidad ingente de humedad que se precipita después como lluvias extremas. " Cuando vi lo que ocurrió en octubre en Valencia, fue la señal del sol . Una dana con todos los elementos, pero que además tenía unas características a 5.000 metros que la hacían única. Mínimos de presión récord a nivel mensual y anual, vientos intensísimos y un desplazamiento muy lento, casi estacionario. Son los signos de que aquello iba a ser catastrófico porque era gasolina de primera ", ha señalado por su parte Francisco Martín, director de la Revista del Aficionado a la Meteorología. Los tres expertos han coincidido en que el cambio climático parece que, por ahora, no incrementa el número de estas gotas frías en el sur de Europa, pero sí las hace sustancialmente más agresivas por ese aporte extra de agua y energía. Además de convertirlas en desastres naturales, también provoca que danas de épocas más tranquilas como la primavera o el verano puedan ser devastadoras, como la granizada que cayó sobre Murcia a finales de julio. " Hay incertidumbre sobre el impacto del cambio climático, pero todo apunta a que serán cada vez más explosivas ", ha sentenciado José Manuel Viñas. Biener ha querido hacer hincapié en que no hace falta registrar datos extremos como los de Valencia para que las consecuencias sean trágicas, ya que estas zonas inundables están repletas de viviendas. "No es solo la Comunidad Valenciana. La zona de riesgo abarca desde Valencia hasta Barcelona, y también Baleares". También hay otros eventos meteorológicos que pueden causar estragos. Por eso los expertos han subrayado que hay que educar a la población en el riesgo de inundaciones . Por ejemplo, el reventón térmico que arrancó árboles y dejó fuertes lluvias en Alicante esta semana no fue provocado por una gota fría, sino por una vaguada. La tormenta que arrasó el campin de Biescas en 1996, y que mató a 87 personas, también se originó en una vaguada, como ha recordado Biener.