Burgos abre sus puertas al mundo. La Universidad de Burgos (UBU) ha dado la bienvenida a 178 estudiantes internacionales procedentes de 18 países distintos. Jóvenes que han decidido dejar atrás su país, por unos meses o incluso durante todo el curso, para vivir una experiencia académica y personal en la ciudad que seguro que les va a enriquecer en su vida. Y ojo a este dato: México es el país que más estudiantes aporta, con 49 jóvenes que han elegido Burgos para formarse. Después viene Italia con 48, 14 estudiantes de China, 9 franceses y coreanos; y 6 alemanes y portugueses. Y hoy nos estamos preguntando. ¿Qué le llama la atención de nuestra comunidad y de la ciudad a una persona, para dejar su país de origen y venirse todo un curso aquí a estudiar? Nos lo ha contado en COPE Eduardo Azcárate, uno de los nuevos alumnos de la Universidad de Burgos, llegado desde Ciudad de México. “Yo llegué aquí desde hace un par de domingos”, ha explicado el estudiante de Ingeniería Mecatrónica en la Universidad de La Salle, que ahora cursa asignaturas de Fluidomecánica y Electrónica Digital en la UBU. Asegura que la adaptación está siendo muy positiva: “La ciudad es fantástica. Las personas que he conocido han sido, la verdad, genial, se han portado muy gentiles, muy amables. Está muy padre, la verdad”, reconoce este joven de 20 años. Azcárate forma parte del grupo más numeroso de estudiantes internacionales que ya han llegado a Burgos. “La verdad, no conocía a nadie. Yo fui el único de la Universidad de La Salle que vino, pero conocí a una chica en el avión y nos volvimos muy buenos amigos hasta la fecha”, relata. El vínculo de Eduardo con Burgos no es nuevo. “Escuché por primera vez de Burgos hace un par de años, porque mi hermano tiene un amigo que su mamá se hizo muy amiga de mi mamá. Entonces, ella es mexicana, se vino a vivir a Burgos y nos contaba varias cosas. Y recientemente en la universidad hicieron la posibilidad de un intercambio y me daban la opción de venirme a Burgos. Entonces, dije: Oye, conozco a esta persona, estoy en la universidad, tengo la capacidad, gracias a Dios, pues va”. Esa primera referencia se confirmó después con la búsqueda de información en internet que le impresionó: “Sin duda alguna fue la catedral. Ver ese estilo gótico es sorprendente. En México sí tenemos varias catedrales así de grandes, entonces dije como de: ¡Ah!, estaría bien conocer esta”, recuerda este nuevo alumno de la Universidad de Burgos (UBU). De Burgos le ha llamado la atención especialmente el equilibrio entre modernidad y tradición: “Por un lado ves la Catedral de Burgos y por otro ves la universidad”. También ha destacado las instalaciones de la UBU: “Es una escuela muy moderna. Tiene varias cosas que en México son simuladores. Aquí las puedo literalmente tocar. Está muy bueno el nivel, los profesores son muy atentos. Yo creí que iban a ser fríos, pero la verdad, son muy dulces todos”, reconoce impresionado. El acto de bienvenida tuvo lugar en el Paraninfo, presidido por la vicerrectora de Internacionalización, Ileana María Greca Dufranc, que recordó que una estancia internacional “es más que una experiencia académica: permite conocer otras culturas, ganar perspectivas y generar recuerdos para toda la vida”. Por su parte, la vicerrectora de Estudiantes, Sara Gutiérrez, subrayó el compromiso de la UBU con la integración del alumnado internacional y los servicios de apoyo disponibles, desde asociaciones estudiantiles hasta atención psicológica. La Universidad ha diseñado un programa de bienvenida que incluye charlas de orientación, presentaciones de actividades culturales y deportivas, una visita guiada a la ciudad y una excursión a Segovia. Además, el próximo 26 de septiembre se celebrará en el Hospital del Rey una fiesta para el nuevo alumnado, con música y actividades para favorecer la convivencia. Mientras tanto, Eduardo ya empieza a encontrar sus rincones en la ciudad. “Puede ser tal vez la Iglesia de San Lorenzo, aquí a la vuelta, que llegué con esos jóvenes y la verdad me han apapachado, me han aceptado. Entonces, la verdad, estoy muy cómodo con ellos”. Aunque reconoce que echa de menos la comida mexicana, asegura haber tenido suerte: “Justamente donde vivo, abajo hay un restaurante mexicano, entonces ahí corrí con mucha suerte”. Eduardo permanecerá en Burgos hasta febrero, convencido de que la experiencia marcará un antes y un después en su formación. “Está muy padre, muy bonito”, resume con una sonrisa.